UN PRECIO DE 93.000 EUROS
Los clientes pueden elegir entre 14 libreas históricas, 53 colores de carrocería y libreas de carreras personalizadas adicionales
Las palabras Testa Rossa son capaces de hacer erizar el vello de todo aficionado a las carreras que se precie. La versión "J" de este clásico de Ferrari fue uno de los purasangres más conocidos de la década de los cincuenta, especialmente por sus éxitos en competición, concretamente ganando en la 24 Horas de Le Mans en 1958, 1960 y 1961. Actualmente, poder acceder a una de las unidades originales se ha convertido en una utopía, y la última vez que vimos una subasta del Testa Rossa, concretamente de uno de los prototipos allá por el año 2011 el precio final fue de unos impresionantes 14 millones de euros.
Sin embargo, los de Maranello han presentado una alternativa para todos aquellos que quieran tener un Ferrari Testa Rossa J completamente funcional por una cantidad de dinero mucho menor. El cavallino ha creado una réplica a escala del 250 Testa Rossa de 1957, con unas dimensiones del 75% respecto al original (3,1 x 1,1 x 0,7 metros) y equipado por un motor eléctrico, algo que evidentemente lo convierte en un hecho casi histórico ya que muchos lo consideraran como el primer vehículo alimentado por baterías de la Ferrari del Siglo XXI.
Será apenas una tirada de 299 reproducciones, sólo para incondicionales de la marca que estén dispuestos a desembolsar los 93.000 euros que cuesta cada una de ellas. Este es un movimiento que ya hemos visto realizar por otras compañías, entre ellas la propia Bugatti, Jaguar o Bentley. No es de extrañar que ellos también hayan optado por el fabricante “The Little Car Company” para realizarla, todo ello supervisado por el Centro de Estilismo de Ferrari en Maranello, utilizando dibujos de diseño originales del departamento Classiche de Ferrari que fueron escaneados y digitalizados.
A partir de aquí, hay que aclarar que Ferrari asegura que este Testa Rossa J está especialmente realizado para que una persona de más de 14 años pueda conducirlo. El asiento ha sido preparado para que dé cobijo a un adolescente o a un adulto, pero desde Italia confirmar que “no está homologado para su uso en carretera”. El chasis es de aluminio, la pintura roja es la misma que emplea Ferrari en sus coches de producción, e incluso se ha sido fiel en la configuración de la dirección y la suspensión.
Hasta los ribetes del asiento replica fielmente al de su antepasado con motor térmico, así como el volante, fabricado por Nardi, la empresa especializada en estos menesteres que ya se encargó en su momento del empleado por el coche de 1957. Los indicadores también son funcionales, pero en lugar de mostrarnos la temperatura del agua y del aceite, se muestra la de la batería y del motor, mientras que el medidor de combustible presenta la carga restante (tiene de autonomía unos 90 km y el tapón del depósito es ahora el puerto) y el tacómetro es ahora un velocímetro.
Como un guiño definitivo a la generación actual de coches de carretera, los pedales son del F8 Tributo y los neumáticos Cinturato son suministrados por Pirelli, el socio técnico oficial de Ferrari, instalados en las ruedas de alambre de 12 pulgadas hechas a mano. En aras de la seguridad se ha optado por cambiar los frenos de tambor por un nuevo sistema con frenos de disco firmados por Brembo.
Cada Testa Rossa J cuenta con un ‘Manettino’ a través del cual se seleccionan cuatro modos de conducción: el modo Novato (1 kW / 20 km/h) el cual permite desactivar el automóvil de forma remota desde la distancia con un llavero. El modo Confort (4 kW / 45 km/h) y los destacables modos Sport y Race (más de 60 km/h).