El fabricante ruso especializado en armamento está expandiendo su catálogo
Los modelos de automóviles más allá del telón de acero han marcado una época de la industria con su imagen ruda y sin adornos que se hizo popular entre muchos. Ahora Kalashnikov la recupera y la convierte en eléctrico.
Conocido mundialmente por ser responsables de uno de los fusiles más afamados del planeta, el AK-47, Kalashnikov es mucho más que un fabricante de armamento. Sus acuerdos con el Gobierno ruso también lo han llevado a comenzar el diseño y desarrollo de nuevos y futuristas vehículos como la creación de una moto con rotores que pueda permitir la incursión y despliegue de tropas rápido sin importar la orografía. Ahora la empresa quiere dar un paso más y propone un producto civil, concretamente su primer coche eléctrico de producción.
Bautizado como Kalashnikov CV-1, la propuesta no deja de ser rompedora: un vehículo con la tecnología del mañana y una imagen clásica del este, con las formas de uno de los grandes iconos de la automoción rusa, el IZh 2125 “Kombi”. Pero los nostálgicos deberán esperar ya que Kalashnikov apunta a que este semblante retro no será llevado a la producción apostando en este caso por dicha imagen ruda y sin adornos propia de los países comunistas. Apenas las ópticas delanteras con tecnología LED y las llantas multiradio dejan entrever que estamos ante un concept car actual y no un vehículo traído directamente de la década de los ochenta.
¿Cuál será su imagen por lo tanto? Desde Kalashnikov apuntan a metas mayores, convertirse según ellos en una alternativa a Tesla y por lo tanto el diseño final de producción deberá cambiar para adoptar una imagen mucho más futurista, capaz de plantar batalla al fabricante californiano. Dentro del área técnica, el Kalashnikov CV-1 promete entregar 295 CV de potencia con un único motor y completar el 0 a 100 km/h de apenas 6 segundos. La batería, con capacidad de 90 kWh le permite completar un rango de hasta 350 kilómetros con una recarga.