sucedió en la ciudad china de Wnling
El sueño de conducir por primera vez un superdeportivo se puede truncar si no eres capaz de mantener controlados los más de 500 CV de potencia de un Ferrari 458 en malas condiciones meteorológicas.
Ponerse al volante de un superdeportivo es siempre especial, más aún si es la primera vez que conduces uno de los pasionales vehículos firmados con el cavallino rampante. Tener tantos caballos bajo el pie derecho, acariciar una silueta cuyo precio es prohibitivo para gran parte de los habitantes de este planeta y escuchar el despiadado bramido que surge desde el motor. Cada uno de los elementos nos recuerda que estamos a punto de vivir una experiencia ‘casi’ religiosa desde el asiento del conductor de un Ferrari.
Sin embargo, todo este idilio puede esfumarse de un plumazo. Eso es lo que le ocurrió a una conductora en la ciudad china de Wenling. Completamente emocionada, colgaba en sus redes sociales que estaba a punto de conducir un Ferrari, en esta ocasión un 458 alquilado a una compañía dedicada a arrendar este tipo de automóviles de alta gama a precios obviamente desorbitados por pasar unas horas con uno de ellos.
Las condiciones de lluvia y el tráfico reinante en la ciudad quizás no eran las condiciones más adecuadas para ponerse al volante por primera vez de uno de los deportivos italianos, menos aun cuando todo parece indicar que el coche se encontraba en uno de los modos deportivos que permitían la desconexión del control de tracción. Mucha agua sobre el asfalto, el desconocimiento del coche y la gran potencia del Ferrari 458 hicieron el resto. La conductora perdía el control por completo del coche dirigiéndose irremediablemente hacia las vallas que separaban ambos sentidos y yendo a parar frontalmente contra un BMW X3 sólo minutos después de haber abandonado la empresa de alquiler.
Los curiosos que allí se habían acercado no dudaron en sacar sus teléfonos móviles para recoger especialmente el grave estado en el que había quedado el Ferrari, con la rueda delantera izquierda completamente arrancada y la conductora dando vueltas alrededor del amasijo de hierros rojos en los que se había convertido su primera vez al volante de uno de los deportivos de Maranello. Afortunadamente, ni ella ni el resto de conductores envueltos en el accidente sufrieron daños físicos de consideración, por lo que únicamente hay que lamentar los daños materiales y el haber perdido uno de esos purasangres construidos por los de Enzo Ferrari. Difícilmente esto puede cubrirlo el seguro con franquicia…