El superdeportivo venía de poner a prueba su velocidad en línea recta
Estampar un Bugatti de 2,5 millones de euros es la pesadilla de cualquier aseguradora. Y es que, aunque aparentemente parezcan poco dañado, la reparación de este Veyron costará tanto como un buen deportivo
Si dañar un coche cualquiera es doloroso, estrellar un Bugatti de unos 2,5 millones de euros multiplica el dolo. No sólo en lo económico, sino también cuando paras a pensar en el trabajo artesano que hay tras el coche, el tiempo requerido para dar forma a los paneles de fibra de carbono de su carrocería. Al fin y al cabo son poco menos que una obra de arte, y un cliente británico ha estampado la suya en un evento en el que ponían a prueba la velocidad de los coches.
En un evento con bastante fama entre los petrolheads y propietarios de superdeportivos en Reino Unido, todo parecía trascurrir con normalidad en la tanda en que un Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse se disponía a estirar los músculos de sus 1200 caballos. Parado al principio de una antigua pista para aviones, el conductor sólo tenía que acelerar en línea recta durante unos segundos, suficientes para alcanzar con el Veyron más de 330 km/h, para frenar antes de llegar a las barreras y dar la vuelta a la pista.
Casualmente todo quedó grabado desde el interior del propio Bugatti. Un youtuber iba de copiloto en la que probablemente fue una de sus experiencias más contradictorias en un coche: tras experimentar la impresionante aceleración del Vitesse y alcanzar más de 330 km/h en pocos segundos, por alguna extraña razón el conductor no frena lo suficiente antes de llegar a impactar contra las barreras de agua (afortunadamente no eran de hormigón). Una vez que la distancia es imposible de salvar, el subviraje del coche (aún seguía yendo muy rápido y es muy pesado) hace que intentar el giro hacia la derecha tampoco sirviese de mucho.
El resultado, sin daños para ninguno de los ocupantes, parece –aparentemente- poco importante: apenas un parachoques y parrilla dañados y algunos rasguños en otros paneles de la carrocería. Sin embargo, la carrocería de este Veyron es aún más especial que la de serie: se trata de fibra de carbono tintada (no pintada), una opción con sobrecoste cuando era nuevo. Sin duda, una unidad muy especial y con una personalización única. ¿La consecuencia? Una factura de reparación que alcanzará sin esfuerzos los seis dígitos.