Publicación de Nature Geoscience

Marte: la erosión de agua bajo el suelo glacial formó los valles del planeta rojo

Una nueva teoría descarta que el planeta rojo tuviera un clima cálido y húmedo en el pasado. El estudio puede ayudar a entender la formación de núcleos helados en la Tierra hace millones de años.

Marte sigue sorprendiendo con sus misterios. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de la Columbia Británica defiende que los valles del planeta rojo se formaron por la erosión producida por el agua que se derretía bajo el hielo glacial. El estudio, publicado en la revista Nature Geoscience, contradice una de las teorías más extendidas sobre Marte, que aseguraba que los valles fueron obra de ríos que, supuestamente, fluían libremente hace millones de años en el astro vecino, tal como recoge Europa Press.

Para llegar a esta conclusión la autora principal del estudio, Anna Grau Galofre, doctora en Geofísica por la UBC, y su equipo decidieron utilizar técnicas para comparar los valles marcianos con los canales subglaciales en el archipiélago ártico canadiense. El resultado mostró muchas similitudes entre los valles de Marte y las formaciones de la Isla de Devon.

El estudio comparativo se basa en el análisis de más de 10.000 valles marcianos a través de un nuevo algoritmo que permiten conocer mejor los procesos de erosión. Anna Grau explicaba en un comunicado que Marte, como la Tierra, está plagado de miles de valles que habrían tenido diferentes orígenes.

En palabras de la investigadora, "Marte es similar, ya que los valles se ven muy diferentes entre sí, lo que sugiere que muchos procesos estaban en juego para tallarlos", recoge Europa Press. El estudio ayuda a dar explicación a la formación de los valles en Marte hace 3.800 millones de años, en una época en la que el Sol brillaba con menos intensidad que la actualidad.

Fin a la teoría de un Marte cálido y húmedo

Este nuevo estudio supone un giro de 180 grados respecto a las creencias que se tenían sobre el planeta rojo. Hasta ahora, la teoría de la existencia de ríos que fluían por su superficie hacían suponer que el clima en este planeta fue, en algún momento, cálido y con una alta tasa de humedad. También se creía que en algún momento existieron océanos y se producían lluvias hace millones de años.

La antigua teoría apoyaría la existencia de vida en Marte, aunque el trabajo de Grau Galofre tampoco la descarta. El hielo podría suponer una defensa contra la radiación solar en el planeta, ya que no cuenta con campo magnético desde hace miles de años.

Ayuda para conocer mejor la Tierra

Las técnicas utilizadas en este trabajo podrían ayudar a conocer mejor las épocas más remotas de nuestro planeta, cuando todavía se hallaba en formación. Uno de los coautores del trabajo, el profesor en el Departamento de Ciencias Terrestres, Oceánicas y Atmosféricas de UBC Mark Jellinek, asegura que los algoritmos podrían ayudar a explorar las características de erosión de la Tierra.

Así, se podría reconstruir "la historia de la glaciación global que se produjo entre hace un millón y cinco millones de años", e incluso remontarse a los inicios de la Antártida o a la era en que empezaron a formarse los núcleos de hielo más antiguos del planeta.

Marte, protagonista del verano de 2020

En un verano plagado de eventos estelares, Marte está reclamando su cuota de protagonismo. Varios países comenzaron misiones que tienen como objetivo las características del planeta rojo: Emiratos Árabes Unidos lanzó 'Hope', su primera nave fuera de la Tierra; China puso en marcha la misión Tianwen-1; y EE.UU. envió su rover Perseverance en la misión 'Mars 2020'.

También durante este mes la Agencia Espacial Europea recibió imágenes desde su satélite en el planeta rojo donde se podía contemplar uno de los fenómenos más curiosos que allí se producen. Se trata de la 'nube alargada de Arsia Mons' (AMEC), una acumulación de hielo de agua que se forma cada año marciano durante ochenta días en el solsticio sur del planeta. La línea de hielo crece durante tres horas en los primeros momentos del día hasta alcanzar una longitud de 1.800 kilómetros, para luego desaparecer hasta la jornada siguiente.

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