INVESTIGACIÓN A CARGO DE 'MEDICAMENTALIA'

La mitad de los países del mundo no alcanza niveles de inmunización suficientes para frenar enfermedades como el sarampión

La vacuna del sarampión se inventó en los años 60. Ya en los 80, su uso se empezó a generalizar. Décadas después, la enfermedad sigue activa. En 2015 se registraron casi 200.000 casos en todo el mundo y 73.844 niños menores de cuatro años murieron a causa de este mal evitable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ido retrasando sus objetivos para la erradicación y, ahora mismo, el plan pasa por acabar con el sarampión en al menos cinco de las seis regiones del mundo para 2020.

En 2015, 105 países -de los 187 de los que recogió estimaciones la OMS sobre unos 196 existentes- no alcanzaron el porcentaje de inmunización necesario para formar un escudo capaz de frenar la transmisión del sarampión, la llamada inmunización de rebaño. Es decir, en más de la mitad de los países del mundo no vacunaron de la primera dosis de esta enfermedad, al menos, al 95% de los niños a los que les tocaba por edad. Y es que el sarampión, con una propagación fácil y rápida, necesita porcentajes muy elevados de población inmunizada para crear esta barrera protectora.

Vacunar al 95% de la población no solo evita que el sarampión se extienda cuando hay un brote, sino que, al frenar la transmisión, protege a aquellos que más lo necesitan: quienes no se pueden vacunar (bebés que no alcanzan la edad suficiente o personas inmunodeficientes, con alergias a los componentes de las vacunas u otros problemas de salud). Gracias al efecto rebaño, ellos también están protegidos. Un brote ocurrido en 2016 en Rumanía, que acabó con la vida de bebés menores de un año -que no habían alcanzado la edad de vacunación- mostró las consecuencias de no alcanzar esos porcentajes y tener el escudo a punto.

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