Hasta amenazas de muerte
El precio de divulgar ciencia: amenazas, insultos y acoso, un problema que afecta especialmente a las mujeres
Un arma de doble filo Aunque muchos científicos logran acercar el conocimiento al público, cerca del 50% enfrentan insultos, amenazas e intimidaciones. Esta problemática afecta aún más a las mujeres, quienes constituyen el 57% de las principales víctimas de acoso en este ámbito.
La labor de divulgación científica, crucial para acercar la ciencia al público, se ha convertido en una fuente de acoso y odio para muchos investigadores en España. Un reciente estudio, realizado por el Science Media Centre (SMC) y la Universidad del País Vasco (UPV), revela que cerca del 50% de los científicos españoles han sufrido insultos y acoso por divulgar conocimiento, una cifra que asciende al 57% entre las mujeres, quienes enfrentan además amenazas específicas contra su integridad sexual.
El investigador del CSIC, Fernando Valladares, denunció haber recibido amenazas de muerte tras señalar el incremento de eventos climáticos extremos. "Se repartían imágenes mías y se daba la instrucción de repartir sogas para ahorcarme", relata. Por su parte, la periodista y divulgadora Rocío Vidal compartió su experiencia tras abordar temas relacionados con el cambio climático: "Es una constante de 'sabemos dónde vives' y acusaciones de ser cómplice de asesinatos. Es muy doloroso, especialmente siendo de la Comunidad Valenciana".
La situación se agravó durante la pandemia de COVID-19, cuando muchos científicos defendieron las vacunas. Las redes sociales, espacios públicos y hasta las charlas presenciales se han convertido en escenarios de insultos, amenazas e intentos de intimidación física. Los ataques no solo cuestionan su trabajo, sino que incluyen acusaciones infundadas de oportunismo o incluso de ser responsables de los desastres que denuncian.
Maider Eizmendi, coordinadora del informe, subraya la falta de reconocimiento hacia las mujeres en el ámbito científico: "A ellas todavía no se les reconoce como sujetos legítimos de la ciencia". Esta doble discriminación las coloca en una posición especialmente vulnerable, con un "plus de amenaza a la integridad sexual", como señala Vidal.
A pesar de la magnitud del problema, los investigadores insisten en que no desistirán en su misión de divulgar conocimiento. Según Valladares, "lo que ocurre muchas veces es que el odio te invita a rendirte", pero también refuerza las ganas de seguir divulgando.