LARGAS TRAVESÍAS CON 40 MÁS DE GRADOS

Adrián, un joven invidente, se enfrenta a la exigente ruta Quetzal

Adrián, un joven invidente, se ha enfrentado a la ruta Quetzal, una exigente travesía entre Colombia y España. Su objetivo, demostrar a la sociedad que los invidentes también pueden llevar un estilo de vida perfectamente normal.

Es la primera vez que Adrián se asoma al Caribe. Su amplia sonrisa le delata. "Siento tranquilidad, te sientes libre sin ruidos ni contaminación", confiesa. Su ceguera es solo un rasgo más, no quiere hablar de límites. Cada paso que da en la selva tropical del norte de Colombia, es todo un descubrimiento.

"La sensación de tocar un animal que nunca había tocado. Un cangrejo azul, si señor", dice emocionado. Cada pequeño gesto es un triunfo.

La curiosidad se desborda y las preguntas se le agolpan. La que mejor lo sabe es Virginia, la monitora de la ONCE que le guía durante los 33 días de ruta. Apoyado en su hombro, desciende por el segundo cañón más grande del mundo.

Le definen como "un poco kamikaze". Adrián sabe que muchos han puesto el foco en él en esta ruta BBVA, y quiere aprovecharlo para vestirlo de normalidad. "Así, la demás gente puede ver que hacemos cosas".

De la dificultad del reto dan cuenta sus compañeros de expedición. El calor sofocante deja sin fuerzas a algunos, pero el ritmo de la marcha se mantiene.

Casi diez horas de marcha recorriendo el cañón de Chicamocha con más de 40 grados de temperatura, pero con una recompensa final. Los participantes en su mayoría pensaban que no iban a poder, pero acaban diciendo que "merece la pena". Adrián, además de completar la ruta, ya es todo un ejemplo.

laSexta/ Noticias/ Cultura