La ambición de Samuel Bronston

Cuando Madrid soñó con ser Hollywood: los pantanos se volvieron el mar de Galilea y el Foro Romano 'cobró vida'

¿Pudo cambiar nuestro país? Samuel Bronston convirtió la capital española en el mayor plató de cine del mundo, donde grandes producciones y miles de madrileños contribuyeron a crear un legado que aún resuena en la historia del cine.

En los años 60, Madrid fue testigo de un ambicioso proyecto cinematográfico que buscaba rivalizar con la meca del cine: Hollywood. El productor Samuel Bronston, enamorado de la belleza natural de Las Rozas, estableció allí el que se convertiría en el mayor plató de cine del mundo. Rodar en España era una opción económica, lo que atrajo a grandes producciones y actores de renombre.

El director del Museo del Cine, Carlos Jiménez, destaca el ingenio de Bronston, quien para su película '55 días en Pekín' contrató a 4.000 madrileños como extras, pagando sueldos que equivalían a un mes de trabajo en solo un día. En el rodaje de 'El Cid', el pequeño pueblo de Peñíscola (Castellón) fue puesto en nómina, mientras que en 'Rey de Reyes' los pantanos de Madrid se transformaron en el mar de Galilea.

Las hazañas de Bronston no se detuvieron ahí; para 'La Caída del Imperio', construyó una réplica del Foro Romano que le valió el récord Guinness por ser el plató más grande del mundo. Sin embargo, su ambición resultó en dificultades financieras. A pesar de su éxito inicial, la producción de 'El fabuloso mundo del circo', que incluyó la construcción de la carpa más grande jamás vista en un estanque del Retiro, marcó el final de su era rodada.

Hoy solo quedan vestigios de ese patrimonio cinematográfico de cartón piedra, pero el legado del cine continúa vivo.