TRAS SU PASO POR BARCELONA
La mejor versión de Depeche Mode rubrica un "conciertazo" ante 16.000 personas en Madrid
Sofisticados y convulsos, impolutos y a la vez emocionales, orgánicos en lo sintético, Depeche Mode ha ofrecido un concierto para el recuerdo, no solo porque se haya gestado sobre su bagaje de los 90, para muchos el clímax de su producción, sino porque los más de 16.000 asistentes tardarán en olvidarlo.
Tras su paso la semana pasada por Barcelona y tres años después de su última visita a Madrid, la ciudad ha disfrutado del trío de nuevo en el antiguo Palacio de los Deportes, hoy rebautizado WiZink Center pero, como entonces, con todo el aforo agotado para seguir más de dos horas de música y dos decenas de canciones.
Quienes se quedaron sin entrada tendrán otra oportunidad el próximo mes de julio dentro del festival Mad Cool y habrá otros muchos que, aún habiendo acudido al espectáculo de esta noche, repetirán.
Es el poder de Depeche Mode, máxime ante una gira capaz de satisfacer a sus más exigentes seguidores. Organizar un repertorio de 20 cortes cuando se cuenta con 14 discos a la espalda y 17 éxitos en el "top 10" de Reino Unido no parece tarea sencilla. Con todo, titular "Spirit" a esta gira, cuando de su álbum homónimo terminaron dejando solo tres temas, resulta cuanto menos curioso.
Quizás es que el grupo determinó que el auténtico "espíritu" y la enjundia de su masiva producción de 37 años de carrera radica sobre todo en los tres álbumes que editaron en los años 90, porque a ellos se han entregado esta noche con fruición, especialmente a "ULTRA" (1997), del que han sonado hasta cinco canciones.
Y en el centro de todo este contubernio, Dave Gahan, redefinido estéticamente como un John Galliano del rock electrónico y presumiendo de su mejor momento de forma dos décadas después de aquella mediática caída en los procelosos territorios de la droga que a punto estuvieron de llevárselo por delante.
Estreno el 5 de diciembre
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