SU HIJA SIGUE VIVA Y ES UNA FERVIENTE NAZI

Las notas de Himmler muestran cómo se vanagloriaba de usar motores diésel para gasear a los prisioneros

La mano derecha de Hitler, Heinrich Himmler, recogió en 1.000 páginas los detalles de su vida y reflexiones en la barbarie nazi. laSexta ha tenido acceso al serial de 'Bild' que publica los documentos.

Eran las notas de la mente de un monstruo y ahora ven la luz. En ellas, el arquitecto del Holocausto y número dos de Hitler, Enrique Leopoldo Himmler, relata su vida cotidiana y reflexiones y cuenta, por ejemplo, cómo su terapeuta le dio un masaje justo antes de que ordenara la ejecución de diez personas. También expone sus ocurrencias para recrudecer las torturas que aplicaba a los prisioneros de los campos de concentración.

Las notas no son de su puño y letra, sino que fueron redactadas por sus asistentes y dibujan el retrato de un psicópata tan cariñoso con sus seres queridos como despiadado con sus víctimas.

Himmler era capaz, por ejemplo, de llevar a sus hijas de excursión a los campos de concentración y, a la vez, vanagloriarse de lo "efectivos" que resultaban los motores diésel para gasear a los prisioneros de Sobibor, en la Polonia ocupada, donde cerca de 250.000 personas fueron asesinadas.

Para Auschwitz pedía "perros capaces de destrozar a todo el mundo menos a sus cuidadores". Himmler era capaz de asistir a la matanza de docenas de mujeres y niñas judías el 12 de febrero de 1943 y, después, organizar una copiosa cena con las SS del centro.

Las agendas de este tipo enfermizo y corto de vista al que pegaron en el colegio por enclenque, estuvieron olvidadas en el archivo del Ejército Rojo de Rusia durante 71 años y ahora, después de tres años en los que los historiadores del Instituto de Historia alemán han estado verificando su autoridad, salen a la luz y completan el relato de los años clave de la II Guerra Mundial y el Holocausto. Anteriormente, habían aparecido los de 1940, 1941 y 1942.

Actualmente, una de las hijas de Himmler continúa con vida y vive en Múnich, donde a sus 86 años, sigue siendo una ferviente nazi. Sigue los pasos de su padre, que se afilió al partido Nazi a los 22 años y, a los 24, abandonó la fe católica.

Mentiroso patológico, creía en el racismo antisemita, el ocultismo, en las leyendas arias y en lo paranormal. Finalmente, terminó suicidándose al descubrirse la identidad falsa con la que había sobrevivido.

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