Entrevista previa al concierto
Vetusta Morla: "Queremos introducir cosas muy pequeñas en sitios grandes como el Wanda, que el centro del escenario sea una mesa de labor"
El 24 de junio celebran su fin de gira en un multitudinario concierto en el Wanda Metropolitano. Doce personas en un escenario lleno de instrumentos que van desde unas latas de pimentón a una guadaña. Hablamos con el grupo.
Es jueves y son las doce de la mañana. En la calle el sol quema, parece que el suelo se derrite. Pucho, Guille Galván y David García 'el Indio', integrantes de Vetusta Morla, están en una cafetería del centro de Madrid. Queda una semana y un día para su fin de gira apoteósico: un concierto en el estadio Wanda Metropolitano en el que confían reunir a miles de personas para cantar su 'Cable a Tierra', su último disco.
"Creemos que hemos vuelto a algo que era muy necesario", reconoce Galván. Los conciertos, la celebración de la música después de dos años de parón por una pandemia que nos encerró a todos en casa y luego nos ha dejado temerosos de volver a juntarnos unos con otros. "Es muy especial, es retomar un ritual colectivo, hacer música y compartirla con la gente", agrega el guitarrista y también uno de los compositores del grupo.
Música y compartirla con la gente. Esa es la esencia de Vetusta Morla, que tiene su mayor exponente en este último disco, en el que han contado con la colaboración de bandas de folclore que, de hecho, les acompañan en el escenario: los gallegos Aliboria y los palentinos El Naán. "Ellos investigan en el folclore –explica Pucho–, con ellos estamos arreglando las canciones para que toda la influencia que en el disco tuvimos de esas músicas y tradición popular esté más reforzada en el concierto", comenta la voz del grupo.
El resultado es un 'Cable a tierra' casi literal: volver al origen, al suelo, a aquello de lo que venimos, nuestra esencia, y hacerlo con instrumentos de lo más variopintos: latas de pimentón, azadas, guadañas. "Vienen de la tradición, de las labores", agrega el cantante. "Como cuando se tocaba antiguamente con lo que hubiese y cuando se pudiese. Como la gente trabajaba mucho, usaban esos materiales [que tenían] a mano", explica.
"Cable a tierra habla mucho de la fragilidad humana, es hijo de una pandemia, de una Filomena", agrega Galván, que habla de ese momento en el que el ser humano se cree por encima de todo "y de repente llega la naturaleza y te lleva a tu sitio". "Por eso estas canciones parten de ese camino hacia la raíz, hacia lo popular", reivindica.
Y si ya el disco bebe y celebra el folclore y la tradición, en esta gira la presencia de la vida del campo está más presente que nunca y el concierto de Madrid será un fin de fiesta inmenso para el que aún quedan entradas. "Tenemos la oportunidad de ser doce en el escenario, con músicos que agrandan el concepto de las canciones, de la gira, llevando el show a unas dimensiones que no habíamos tenido nunca", avanza Galván en toda una declaración de intenciones de un evento que pretenden sea "muy emocionante y de mucha tensión".
"La idea de este disco y de la gira es dar la oportunidad a sitios muy grandes de introducir cosas muy pequeñas en lo musical, y que una mesa de labor sea el centro del escenario en un escenario como el Wanda Metropolitano", explica Galván. Y sentencia sin dudas: "Una mesa de labor es tan importante como un ordenador que tiene los mejores plugins del mundo".
El reto de conectar con un público de miles de personas
No hay dudas: música es todo. Entre los instrumentos sobre el escenario hay, también, piñas que se sacuden y frotan entre ellas. Tal es el nivel de conectar con la tierra y los orígenes que, mientras Pucho explica esto, una señora de la cafetería le interrumpe: "¡Un mortero! También se hace música con un mortero", dice orgullosa.
El grupo se gira y, claro, le da la razón. "Y muchas cosas de casa –continúa ella–. Antes tocábamos cucharillas, sartenes... menuda música hacíamos cuando teníamos 14 años", rememora la mujer mirando al grupo. Justo es eso. De hecho, recuerdan los cantos de labor, como los ritmos de las panaderas amasando pan. "¡Pucho sabe!", bromea Galván. Y el cantante, claro, se anima con la percusión en la mesa de mármol de la cafetería.
Continúa la entrevista. Hablan del reto de transmitir esa cercanía de la tierra en escenarios enormes ante miles de personas. De esto habla el Indio, el batería, que ya tiene experiencia en usar para música casi cualquier cosa que encuentre a su paso. "La manera de poder mantener el nivel de conexión y comunicar, ya sea en un sitio pequeño o grande, es poder usar la tecnología al servicio de la música".
De hecho, hoy en día ir a un concierto no es solo escuchar a la banda: "Se convierten en experiencias más allá solo de la música, son experiencias audiovisuales, con luces, pantallas que cobran protagonismo para alcanzar a gente que esté lejos", explica. Para él, todo esto, lo grande y lo pequeño, se complementan "y hacen que la música vaya a otro sitio y refuerce algunos momentos de las canciones o amplifique sensaciones". "Otro reto es que los momentos íntimos sea posible mantenerlos con ese carácter pese a estar en un espacio tan amplio", reconoce el batería.
Volverán a los festivales
Este año el grupo, que lleva más de 20 años sobre los escenarios, decide parar en verano. En julio y agosto se van a la playa: "Para un verano que tenemos libre, hay que aprovecharlo", bromean. Su disco prefieren presentarlo en una gira propia, así lo han hecho siempre y así quieren seguir. "En un concierto propio todo es más controlado, tienes tu propio equipo técnico y de producción y puedes hacer exactamente lo que quieras", argumenta Galván.
Le sigue el Indio: "Los festivales siguen presentes y estarán presentes. Seguiremos tocando en los festivales, pero desde luego no es el sitio para ver a un artista en sus mejores condiciones". Eso sí, aprovecha para criticar lo que algunos llaman 'burbuja de los festivales': "De repente se han convertido en entes muy grandes, ya empieza a entrar el turismo, la hostelería... y claro, a veces absorbe el hecho de que artistas no pueden hacer sus propias presentaciones, porque además complica las condiciones en las salas".
Ante esto, la respuesta es clara: reivindicar los espacios para músicos para que "se sigan haciendo conciertos donde el artista pueda desarrollar toda su propuesta", y que esto conviva con festivales "donde se desarrolla parte de la propuesta de cada artista y a cambio tienes un espacio más festivo donde puedes conocer a otra gente".
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