Remontada contra quien todo empezó
Correa, Carrasco y nueve más: el Atlético, del desastre al éxtasis más absoluto ante el Valencia
El Atlético sacó a relucir sus dos caras en 90 minutos. En dos horas, contando descanso y descuento, los de Simeone pasaron de estar en el fondo a tocar el cielo ante el Valencia.
Derrochando coraje y corazón. Ya lo dice el himno. Ya lo dice la letra que entonaban en el Vicente Calderón y ahora entonan en el Metropolitano. Y sí, eso hizo el Atlético. Eso hizo un Atlético, como siempre, de dos caras. Dos que pasan de lo bueno a lo malo, y también de lo malo a lo bueno. Esto segundo fue lo que sucedió ante el Valencia.
Porque en la primera parte, pitos. Silbidos. Nervios. Tensión. Desastre, simple y llanamente desastre. Señalados, varios. Sobre todo Mario Hermoso que, cosas de la vida, al final fue el gran héroe del Atleti. En los dos goles del Valencia, eso sí, falló.
En el primero salió como un loco a anticiparse ante Guedes. Error. El luso le ganó la opción y Musa marcó. En el segundo, ni se dio cuenta de que andaba Giménez por ahí. El uruguayo iba de frente para despejar, pero nada. Sí, gol de Hugo Duro.
Pitos por Joao... y el milagro
Todo parecía perdido, pero no. En esas salió Correa al campo. Y también, ojo, pitos por el cambio de Joao Félix para que entrase Felipe. De repente, con el Valencia echado atrás y perdiendo tiempo desde el minuto 46, llegó el milagro.
En gran parte fue gracias a Domenech, que dejó en bandeja a Cunha el 1-2 al Atleti. La defensa no ayudó. El brasileño remató con el pie a dos metros de la línea de gol un saque de esquina de Carrasco. El belga, tremendo. Espectáculo. Un puñal en el segundo acto. Un huracán.
Eso fue el Atleti. Porque cuando el Atleti quiere, el Atleti sabe. El Atleti se dedicó a atacar. A ganar el partido. A buscar la victoria yendo hacia adelante porque era la única alternativa posible. Porque sí, nunca dejaron de creer.
Correa debe jugar siempre
Correa sí o sí. Correa siempre. Con el argentino pasan cosas. Bajísimo tiene el centro de gravedad. Gira, controla, siempre es 'rebelde'. Y se nota. Anotó el empate en el descuento, y en el descuento hizo magia para el 3-2.
Su taconazo fue, simplemente, clave para que Mario Hermoso empujase la bola a la red y culminase la remontada de un Atleti que, contra el Valencia, contra el rival con el que empezó esta errática racha de resultados y juego, puede haber cerrado el círculo.