JORNADA 7 | CELTA DE VIGO 3-3 GIRONA
Celta y Girona se reparten los puntos en un partido vibrante
El Celta de Vigo y el Girona se reparten los puntos en Balaídos. El choque fue sensacional, un constante ida y vuelta que terminó con seis goles y un punto para cada contendiente.
Celta de Vigo y Girona empataron en el partido que inauguró la séptima jornada de la Liga Santander tras un vibrante partido (3-3) disputado en Balaídos, que no se resolvió hasta los últimos cinco minutos gracias a un trallazo de Juanpe.
El choque fue sensacional para los amantes del fútbol. Un constante ida y vuelta que terminó con seis goles y un punto para cada contendiente. A cada golpe, Celta y Girona se replicaron con fiereza para quedarse en la clasificación en la undécima y la decimoquinta posición, respectivamente.
El conjunto gallego fue el encargado de abrir el marcador con un gol de Pione Sisto, que marcó de cabeza tras un centro medido de Wass al segundo palo. Al 1-0 contestó el Girona con un remate de Portu, con la planta del pie, haciendo bueno el pase de Mojica. Apenas había pasado un minuto y medio desde el gol celtiña.
Cinco minutos después, antes del cuarto de hora, los de Pablo Machín se adelantaron con un cabezazo de Stuani, que marcó su segundo gol del campeonato. El uruguayo fue el más listo del área tras un error de Hugo Mallo que aprovechó Juanpe.
El zaguero canario regaló el 1-2 a su compañero, que no desaprovechó la ocasión. Ahí no quedó el carrusel de goles pues, solo un minuto más tarde, Maxi Gómez colocó el 2-2 en un mano a mano que tranquilizó el partido hasta el tiempo de descanso.
Las otras dos dianas llegaron en la segunda mitad. Primero fue Wass -de falta- tras un extraño efecto del balón que confundió a Gorka Iraizoz y después llegó el turno de Juanpe, que machacó desde la frontal.
El empate final no contenta ni a unos ni a otros, pero sobre todo a los de Juan Carlos Unzué, que tuvieron el partido amarrado a cinco minutos del 90'. Iago Aspas y Roncaglia pudieron haber cambiado el escenario del choque de no haberse topado con Gorka en dos disparos a bocajarro antes de que el cuadro catalán marcase el definitivo