PREMIER LEAGUE | MANCHESTER CITY 2-1 LIVERPOOL
El Manchester City reabre la pelea por la Premier y acaba con la imbatibilidad del Liverpool
El City de Guardiola derrotó al Liverpool de Klopp en un auténtico partidazo en el Etihad Stadium que pone la lucha por la Premier al rojo vivo. Agüero abrió el marcador, Firmino empató en la segunda parte y Sané sentenció tras una gran jugada del City.
Escasos centímetros separaron los sueños del Liverpool de los del Manchester City y provocaron, en la franja que dividió el escaso margen entre el gol fantasma de Stones en propia puerta con el gol ganador de Leroy Sané, que los de Guardiola se llevasen el duelo (2-1), estrechando la distancia en la tabla a cuatro puntos.
El City se repuso del susto que creó John Stones cuando evitó sobre la línea el primer gol 'Red' antes de los 20 minutos de partido y se llevó la victoria en el Etihad Stadium con goles de Sergio Agüero y de Leroy Sané.
Solo Firmino, con el momentáneo empate a los 65 minutos, dio esperanzas a los de Klopp de rascar algo, en un encuentro en el que quizás merecieron más, pero en el que el City hizo un ejercicio de resistencia propio del campeón.
La emoción reinante era la tensión. Los nervios atenazaron a ambos conjuntos y los primeros quince minutos fueron atípicos de dos de los mejores equipos del mundo.
No había circulación de balón y solo las posesiones inertes del City se dejaban ver sobre el césped del Etihad. Tuvo que llegar el Liverpool para desesperezar el ambiente. Salah fue hasta el medio para recibir, enlazó en tres cuartos y le puso una bola medida en profundidad a Sadio Mané.
El senegalés se marchó por velocidad y tocó lo justo el balón para que superase a Ederson y tocase en el palo, precediendo a la carambola que pudo cambiar el partido y la Premier League. Stones se pasó de frenada, vio el cuero estrellarse en el palo, y, poseído por la emoción del momento, despejó, sin reparar en que Ederson se lanzaba en plancha a por el esférico.
Ante sus propias narices, el balón chocaba en los guantes del meta brasileño y se dirigió otra vez para la puerta celeste. En un ejercicio increíble de reflejos, dio media vuelta y se lanzó ante la incipiente presencia de Salah para salvar el gol, cuando ya estaba prácticamente dentro de la portería. La tecnología confirmó que por centímetros el Liverpool no se había adelantado.
Los de Guardiola estaban vivos y lo aprovecharon. Bernardo Silva, al borde del descanso, ganó línea de fondo, sacó un centro a la desesperada y Agüero le ganó la partida a un inocente Dejan Lovren. El argentino, casi sin ángulo, fusiló a Alisson en el primer palo y desató la locura en el Etihad.
Pasado el tiempo de descanso, el ritmo lento y pesado volvió y los minutos pasaron de manera intrascendente, sin que el Liverpool se lanzase ni el City quisiese matar, haciendo que el papel de David Silva en el campo quedase en un rol prácticamente anecdótico. Los de Klopp se dieron cuenta de que por arriba podían hacer daño y de que no era el día de Ederson.
En una falta frontal, un error en la salida del brasileño significó que Firmino casi hizo el empate, pero en el siguiente centro, solo unos minutos después, llegó la recompensa. Alexander-Arnold lanzó un centro lateral, Danilo fue a cerrar el centro y dejó que Robertson entrara solo por banda izquierda y tocase el esférico ligeramente para que Firmino, en el segundo palo, cabecease solo a puerta vacía.
El gol parecía noquear a un City que estaba siendo desactivado por Klopp, pero en un contraataque, un balón rápido en tres cuartos, permitió que Sterling encontrase en el costado izquierdo a Sané, quien sacó un latigazo cruzado que se coló tras tocar en el palo.
Otra vez, por cuestión de centímetros, el partido se decantó de un lado. La misma distancia que hizo que la madera escupiera el gol de Mané en la primera parte y la misma brecha de espacio que evitó que el balón cruzara la línea ante la cara de Stones. La Premier se estrecha y ya no es cuestión de puntos, si no de centímetros.