PASARON A LA HISTORIA A SU MANERA
Los cinco deportistas a los que el sueño olímpico les jugó una mala pasada
No todas las historias de los Juegos Olímpicos son de gestas heroicas y de récords imbatibles. También hay otras que dejan historias de personas que quieren ser estrellas que se acaban quedando estrelladas. Estos son los casos más recordados.
Eric Moussambani aprendió a nada unos meses antes de que se disputasen los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. El guineano reconoció que "nunca había nadado 100 metros de distancia" y tiene el récord negativo de los 100 metros en natación, habiendo completado la prueba en casi dos minutos (un minuto, 52 segundos).
Eddie Edwards participó en los Juegos de Invierno de Calgary, en 1988. El británico hizo salto de esquí, una modalidad que no existía en su país, y participó llevando sus características gafas. Fue la estrella de la competición y únicamente llegó a saltar 59 metros.
Trevor 'La tortuga' participó en el Mundial de Atletismo de 2001 con el objetivo de ser campeón en lanzamiento de peso. Por un error de su federación, la de Samoa, Trevor fue inscrito en los 100 metros lisos, marcando un tiempo de 14,29 y reconociendo después de la prueba que "sólo pensaba en no caerse".
Ya en los Juegos de Río, hubo otro atleta que llamó la atención de los presentes. Robel Kiros Habte, nadador etíope, nadó los 100 metros en un estado físico mejorable. Tardó algo más de un minuto en completar la prueba, 18 segundos más que el mejor tiempo de la prueba.
Uno de los casos más recordados se dio también en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary '88. El equipo jamaicano de bobsleigh hizo historia: consiguió entrar en los Juegos y acabaron abandonando y cruzando la línea de meta andando, algo que les hizo conseguir la ovación cerrada del público.