Polémica sobre los 'youtubers' en Andorra
56.000 euros una traqueostomía, 20.000 una plaza de residencia... Esto cuestan los servicios públicos que pagamos con los impuestos
Una cesárea cuesta 4.577 euros. Un tratamiento para la leucemia, más de 20.000. Como estos, multitud de servicios públicos esenciales se costean con fondos públicos de los que desconocemos a menudo su coste y a los que tenemos acceso independientemente de nuestros ingresos.
Desde que comenzó la pandemia hemos visto centenares de veces la imagen: pacientes intubados en las UCI por culpa de las dificultades respiratorias que causa la Covid. Esa traqueostomía, la que permite hacer llegar el oxígeno a los pulmones, cuesta de media 56.927 euros.
Tratar la neumonía, una de las enfermedades más graves que provoca el coronavirus, también tiene un coste: 3.314 euros de media. Ese tratamiento, en cambio, no le costará nada al paciente; salvo si es un contribuyente: entonces sabrá que una parte de sus impuestos han servido para financiar la sanidad que salva a diario tantas vidas.
Ojalá no tuviéramos que recurrir nunca a un tratamiento de salud importante, pero nadie está exento de la fatalidad de ser víctimas de un grave accidente que nos provoque quemaduras de tercer grado (35.924 euros); tampoco lo estamos del desgaste causado por el paso de los años y probablemente necesitemos un implante de cadera (8.194 euros).
De media, un servicio médico cuesta 3.559 euros, y una intervención quirúrgica asciende a los 6.873 euros. El gasto más elevado lo acarrea un trasplante pulmonar o cardiaco, que tiene un coste de 85.629 euros de media, y lo que menos (840 euros), un traslado de hospital de un bebé prematuro recién nacido.
Estos son solo algunos ejemplos de lo que valen las cosas sufragadas por los impuestos. Las relacionadas con la salud son las primeras en las que pensamos: salvan o mejoran la calidad de vida de las personas. En la siguiente tabla puedes ver otros ejemplos de tratamientos médicos públicos.
¿Sabe la juventud para qué se utilizan los impuestos?
La polémica surgida a raíz de la mudanza a Andorra de conocidos 'youtubers' y 'gamers'para pagar menos impuestos ha azuzado, una vez más, el debate sobre la insolidaridad fiscal (o no) de aquellos que más tienen.
El último en sumarse a la lista de fugados fiscales ha sido el conocido videoproductor en plataformas como Youtube yTwitch Rubén Doblas, más conocido como 'El Rubius'. Tras comunicar que se marchaba, asegurando que era el"único" de sus "amigos" que todavía quedaba en España, las redes sociales comenzaron a arder entre defensores y detractores de su decisión.
En esta ocasión, la discusión ha bajado a capas sociales más jóvenes, los seguidores habituales de estos 'streamers': ¿deben quedarse en España aunque paguen más, o pueden hacer lo que quieran con su dinero? ¿Saben los jóvenes para qué sirven los impuestos? ¿Qué harían ellos?
En laSexta hemos preguntado a jóvenes de entre 16 y 30 años qué opinan sobre los impuestos, y hemos obtenido respuestas de todo tipo. El 85% asegura que no se iría un país de baja fiscalidad y muchas de las razones que han trasladado van en la línea de defender los servicios público, como cuenta Pablo, estudiante de 18 años: "No me mudaría de país solo por el hecho de que allí se paguen menos impuestos, contribuir a servicios públicos me parece algo de lo que estar orgulloso".
Sin embargo, María y David, estudiantes de 22 y 21 años respectivamente, tienen claro que los impuestos son un "robo" y que España es un "infierno fiscal". Otras como Laura, trabajadora de 27 años de Zaragoza, tiene un punto de vista intermedio: entiende que sin impuestos no habría acceso a los servicios públicos ni a prestaciones como el paro, pero a la vez cree que se lo "plantearía si tuviera mucha pasta", y que algunos impuestos actuales son "más que evitables".
Rubius afirmó en uno de sus vídeos que Hacienda "siempre ha estado intentando putearme". Seguidores y colegas le han defendido, pero otros, como 'Alexelcapo', también le han recordado que los impuestos no son una cantidad que te quita el Estado sin más, sino que se traduce en servicios y bienes públicos de los que disfruta la ciudadanía. Desde un costoso trasplante, hasta la reparación de la farola que ilumina nuestras calles.
Y esto es así desde que nacemos. La asistencia al parto que nos trajo a la vida tiene un coste que cubre el sistema público (salvo si se paga voluntariamente por privado). Es de los más baratos si comparamos con otras intervenciones como los trasplantes (salvo si el nacido es prematuro, en ese caso el coste se dispara) y a precios actuales en concreto son 2.418 para un parto vaginal y 4.577 euros para una cesárea. Pero en global suponen una importante cantidad de dinero debido al número de ellos que se practican.
Además de la protección de la salud mediante un sistema público, a partir de los impuestos disfrutamos de bienes y servicios que en muchos casos son inherentes a la cantidad de impuestos que paguemos y al nivel de riqueza del que dispongamos.
El tener agua corriente en nuestras casas, calles asfaltadas, iluminadas y limpias y aeropuertos, carreteras o fuerzas de Seguridad del Estado son servicios básicos que, privatizados o no, salen del erario público y se pagan mediante los impuestos.
Desde gastos municipales hasta servicios estatales. Un ejemplo: el Ayuntamiento de Madrid tiene previstos once millones de euros para los vehículos de bomberos en los presupuestos de 2021. Otro: la Junta de Andalucía destinó cerca de 172 millones para prevención y extinción de incendios. Más en la siguiente infografía.
Y uno más: la conservación de esas carreteras, principales y secundarias, por las que han podido circular estos jóvenes camino de Andorra, esas, costarán este año más de mil millones de euros.
El Gobierno se ha comprometido
El FMI pide a España implementar nuevas "reformas fiscales" para aumentar impuestos a los ricos
En su informe sobre Europa, el organismo destaca la necesidad de priorizar el gasto para cumplir con las nuevas reglas fiscales de la Unión Europea reactivadas tras la pandemia.