GENERÓ UNA DEUDA DE 76 MILLONES

El Hospital de Manises muestra el fracaso de la gestión privada

El ejemplo de cómo termina la gestión privada que plantea el Gobierno de Ignacio González lo encontramos en un hospital de Manises. En tan sólo 3 años, la empresa privada que se hace cargo del hospital ha generado una deuda de 76 millones de euros. Ahora ha pedido a la Generalitat Valenciana ayuda, porque, dicen, cuando firmaron el contrato les prometieron beneficios, no pérdidas.

Un agujero de 76 millones es lo que ha generado, en apenas 3 años, el hospital de Manises. Y es de gestión privada: concretamente, de Sanitas Hospitales. La demostración de que a la larga, este modelo no solo no es más barato, sino que acaba costando más dinero.

"Esa ecuación de maximizar calidad existencial a un coste que sea el mismo o menos que el de la red pública y además que haya un beneficio empresarial... Esa cuenta no sale", según afirma Andrés Boix, profesor de la Facultad de Derecho de Valencia.

La prueba es la carta que el Director General de Sanitas Hospitales escribió al Gobierno valenciano. En ella deja dos cosas claras: primero, que tienen una deuda millonaria, y segundo y más preocupante para ellos, que no están obteniendo los beneficios prometidos: "Se ha producido un desequilibrio financiero de la concesión. Quedó fijado en una tasa interna de rentabilidad del 7,5% anual y en el informe económico financiero adjunto se evidencia el mencionado desequilibrio".

Sanitas pretende que Gobierno valenciano subsane la deuda, y además, que les prorrogue en contrato ya que dicen que esto no es un rescate, sino una deuda del Govern a un proveedor. La oposición en les Corts lleva ya tiempo denunciando el pufo: "Esto es un signo inequívoco del fracaso del modelo que supone la privatización". Y Mónica Oltra, de Compromís, afirma que "con nuestros impuestos tenemos que pagar chantajes como este".

Ya es la segunda vez que el modelo Alzira pincha. El Hospital de la Ribera tuvo que ser rescatado con 69 millones. Se pagó su deuda, y los beneficios que su gestión no había obtenido, pero que estaban firmados en el contrato. Peor lo peor de todo es que, para intentar garantizarse ese margen de beneficios, el mayor perjudicado, es el paciente. Un modelo que ahora quiere aplicar Madrid, aunque algunos ensayos previos hayan demostrado ser catastróficos.

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