AUMENTAN LOS PRECIOS POR SEGUNDA SEMANA CONSECUTIVA
Llenar el depósito, una media de ocho euros más caro que en las mismas fechas de 2017: "Lo de la gasolina es una vergüenza"
A las puertas de la festividad del 15 de agosto, la gasolina ha vuelto a subir por segunda semana consecutiva. Llenar un depósito de diésel cuesta 8,5 euros más que en 2017, mientras que uno de gasolina cuesta 7,5 euros más. Los conductores, por su parte, se quejan de que han empezado a notar esta subida en sus bolsillos.
El precio medio del litro de gasolina y de gasóleo ha repuntado por segunda semana consecutiva para asomarse a los máximos en el último mes a las puertas de la festividad del 15 de agosto.
En concreto, el litro de gasóleo se ha situado esta semana en los 1,226 euros, tras haber repuntado su precio un 0,4%, según datos del Boletín Petrolero de la UE. Por su parte, el litro de gasolina se ha situado en 1,325 euros, tocando así niveles que no alcanzaba desde principios de julio, después de haber subido un 0,53%.
Esta subida en los precios de los carburantes coincide con el ligero repunte que sufrió la pasada semana el precio del crudo en sus cotizaciones. Con respecto a hace un año, el litro de gasóleo es un 14,3% más caro, mientras que en el caso de la gasolina marca un precio un 11,5% superior.
De esta manera, a los actuales precios, llenar un depósito de 55 litros de gasóleo supera los 67,4 euros, lo que supone unos 8,5 euros más que hace un año. Para el caso de la gasolina, el llenado de un depósito de 55 litros supone para el consumidor 72,8 euros, unos 7,5 euros más con respecto a las mismas fechas de 2017.
A pesar de estas ligeras subidas, la gasolina es más barata en España que en la media de la UE y la zona euro, donde el precio de venta al público del litro de combustible Euro-Super 95 se sitúa en 1,466 euros y 1,51 euros, respectivamente, mientras que el litro de gasóleo cuesta 1,352 euros en la media de la UE y 1,351 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.