Las temperaturas no ayudan
Buscar bajo los escombros en plena noche, la ardua tarea de los rescates nocturnos en Turquía y Siria
El frío gélido y la oscuridad son los mayores obstáculos de los dispositivos de rescate y de los vecinos a la hora de intentar salvar todas las vidas posibles durante la noche. En Turquía y Siria se trabaja sin descanso.
Equipos de búsqueda y rescate de todo el mundo han acudido en masa a Turquía, y aún continúan haciéndolo, para hacer frente a las catastróficas consecuencias provocadas por los terremotos que el lunes sacudieron Turquía y Siria, y que han dejado miles de muertos y heridos en los últimos días. En ambos territorios, los múltiples dispositivos de salvamento internacionales trabajan a todas horas para intentar salvar a los ciudadanos que todavía sobreviven bajo los escombros. También por la noche, con grandes complicaciones.
Emplean focos y linternas, y todo tipo de protección contra el frío -cada noche se registran temperaturas cercanas a cero o por debajo-, para quitar escombros, buscando a los últimos supervivientes; todo lo que humanamente se pueda hacer tras más de 70 horas del terremoto inicial. Pese a la desolación, todavía hay esperanzas. De momento, ya se ha conseguido rescatar a 8.000 personas afectadas por los seísmos. Sin ir más lejos, los equipos de rescate de Turquía han logrado rescatar durante la madrugada a seis personas, entre las que se incluyen tres niños, bajo los escombros de un edificio destruido en la ciudad de Kirijan. Un acción que se llevó a cabo después de escuchar sonidos debajo de los escombros durante el día.
El Equipo Nacional de Rescate Médico de Turquía trabajó todo el día en la retirada de los mismos para dar finalmente con el paradero de esas seis víctimas, que fueron rescatadas entre gritos de alegría. Horas antes, los servicios de emergencia turcos lograron sacar de los escombros a Saziye Kalaagzi, una mujer de 80 años que se encontraba debajo de un edificio destruido de cinco plantas en la ciudad de Eroglu, a escasos diez kilómetros de la frontera con Siria. Pero los dispositivos turcos no están solos. La Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias en Turquía ha indicado que casi 100.000 miembros de los equipos de búsqueda y rescate, entre los que se encuentran grupos internacionales y ONG, trabajan en las zonas afectadas. Prueba de ello es el nuevo milagro efectuado por rescatistas españoles.
En concreto, por los bomberos y voluntarios de la UREC del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia y de la ONG valenciana Intervención, Ayuda y Emergencias (IAE), que esta madrugadahan rescatado a una niña de unos 12 años y a su padre entre los escombros de un edificio en Turquía.El rescate se ha prolongado durante seis intensas horas, debido a la situación de devastación. Otros bomberos españoles trasladados a Elbistan, ciudad de unos 150.000 habitantes también afectada por los seísmos, no han tenido tanta suerte. Aunque no han parado de trabajar desde que han llegado -"nada más que un par de horas para descansar", aseguran-, no han tenido tanta suerte como en otras zonas. Especialmente, por el gran inconveniente que suponen temperaturas a diez grados bajo cero: "En principio no se ha podido localizar ninguna persona con vida pero seguimos trabajando hasta el jueves por la noche, ya que el viernes tenemos que volver a España".
Siria, a la espera de ayuda
También los propios vecinos, entre la conmoción por lo sucedido y el pánico por el futuro, colaboran con los efectivos. Porque allí, en las zonas afectadas de Turquía, nadie duerme en casa desde el lunes. Todo el mundo está en las calles, en descampados, con fogatas, calentándose porque hay temperaturas cercanas a cero. Los vecinos aguantan como sea, en tiendas, en coches. Otros se han ido o, al menos, lo están intentando, provocando enormes atascos en las calles y carreteras, que también están en mal estado por el terremoto. Una situación muy distinta a la que, por desgracia, se está dando en Siria, considerado ya el segundo país más afectado por el caos provocado por los terremotos.
Allí, las familias aguardan alrededor de hogueras improvisadas junto a los edificios destruidos por los terremotos, a la espera de que los equipos de rescate encuentren a sus seres queridos desaparecidos en la tragedia. Transcurridos dos días y medio del primer seísmo, las esperanzas de hallar supervivientes se van apagando, pero son muchos los que aún plantan cara al frío gélido del invierno como pueden para ser los primeros en conocer las noticias, buenas o malas, que siguen emergiendo de entre los escombros. En Melkis, y otras áreas opositoras de las provincias de Idlib y Alepo fuertemente golpeadas por la catástrofe, las operaciones de búsqueda continúan en marcha con la participación de los vecinos y de rescatistas de los denominados Cascos Blancos, que estiman que "cientos" de personas continúan sepultadas.
En otros lugares como la localidad de Harem, en Idlib, las labores están siendo lideradas por residentes, voluntarios y combatientes de los grupos armados locales, con una pequeña presencia de efectivos de los Cascos Blancos, los socorristas por excelencia en las zonas sirias en manos de la oposición. También en Siria los terremotos han dejado a decenas de miles de familias sin hogar, que desde hace tres noches sobreviven a las bajas temperaturas en coches, a la intemperie o, más recientemente, en una serie de albergues abiertos por las autoridades para acoger a los damnificados. Todo mientras sigue creciendo, prácticamente cada minuto, el balance de víctimas mortales y heridos, que ya se cuentan por miles en ambos casos.