ASÍ HA VIVIDO LA MITAD DE SU VIDA
"Cada día la misma rutina encerrado en una jaula", la vida de Pablo Ibar durante 15 años en el corredor de la muerte
Pablo Ibar lleva 22 de los 43 años de su vida preso y 15 de ellos en el corredor de la muerte por un crimen que asegura no haber cometido. "Me han robado los mejores años de mi vida", explica.
El estado de Florida ha registrado una nueva prueba de ADN que pretende relacionar a Pablo Ibar con un perfil de ADN parcial que se ha hallado en la camiseta que se encontró en el exterior de la casa de la víctima Casimir Sucharski.
La noticia llega tres meses después de que el español saliera del corredor de la muerte tras 15 años en los que ha vivido un auténtico calvario, como se pudo ver en la entrevista que Jalis de la Serna le hizo para 'Enviado Especial'.
"Me han robado los mejores años de mi vida", se lamentaba Ibar, quien está en prisión desde los 21 años. Ahora tiene 43, y ha pasado la mitad de su vida entre rejas por un crimen que asegura no haber cometido y por el que se niega a aceptar una pena de cadena perpetua.
Ibar explica que su vida en el corredor de la muerte es "vivir en una en una celda de 2x3 metros todos los días", encerrado en una "jaula" que ni siquiera tiene ventana, con un cajón, una cama y el lavabo y el váter juntos.
El preso español sólo podía salir de esa jaula para ir tres veces a la semana a ducharse, y sólo veía la luz del sol dos veces cada siete días, cuando podía ir al patio. Ibar contó cómo le pasaban el desayuno por un hueco a primera hora de la mañana, y posteriormente escribía cartas, leía algún libro, o iniciaba una rutina de ejercicios. "Todos los días lo mismo durante 20 años", contaba, recordando que no merece estar "ni un día condenado por ese crimen".
Pero no sólo son las condiciones en las vives, y es que Pablo explica que el reto más duro es el psicológico. Los presos viven viendo cómo puede morir algún compañero suyo, en unos días en los que "nadie habla, se siente un frío en el aire". Además, el español confesaba sentir "miedo, angustia, nervios y preocupación" ante la posibilidad de ser él quien muera un día. El momento más duro para Pablo fue la muerte de su madre, ya que ni siquiera en esas circunstancias puedes abandonar el corredor para dar el último adiós a un ser querido.
Además, "prisión es prisión", explica Pablo, que cuenta que pese a tratarse de una cárcel de alta seguridad, hay armas y drogas, "hay de todo". Incluso tuvo que pelear con un asesino en serie, motivo por el cual estuvo 30 días encerrado y sin poder recibir visitas.
Ibar tampoco conoce qué es un smartphone, qué es Internet o no puede imaginar "qué es eso de WhatsApp, que puedes hablar con alguien al momento cuando quieres".