Expertos responden
¿Cómo afecta la derrota de Donald Trump a los partidos de extrema derecha de otros países?
La caída de Donald Trump en Estados Unidos no desincentivará el auge de las posiciones más extremas de la derecha en el mundo. Es la conclusión que argumentan expertos en este vídeo.
Donald Trump ha sido el altavoz más ruidoso de la derecha populista. El presidente estadounidense llevó a la Casa Blanca los discursos de la derecha radical mundial. Ahora está por ver cómo afectará su derrota a estos movimientos.
En este sentido, Franco Delle Donne, director de epidemiaultra.org, señala que "si hubiera ganado Trump, muchos populismos se hubieran visto reforzados, como Bolsonaro, Orbán o Boris Johnson, pero eso no implica que la derrota de Trump los perjudique".
"La derecha radical no se basa necesariamente en si existe un líder internacional, como podía haber sido Trump. Su éxito tiene que ver con el descontento, con una agenda ultraconservadora y con responder a demandas socioeconómicas de corte socioeconómico que tienen que ver con los perdedores de la globalización", argumenta Delle Donne.
Por su parte, Guillermo Fernández-Vázquez, investigador de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que la derrota de Trump "no significa que la derecha radical vaya a desaparecer o entrar en crisis". "Esos partidos tienen suficiente arraigo nacional como para tener una vida propia", apostilla.
Sin embargo, Trump sí les deja la lección de que con un discurso como el suyo se puede ganar: "El legado que deja a estos partidos de derecha radical es que la batalla cultural, quiénes somos como nación, quienes son nuestros enemigos internos y externos, es útil para dos objetivos y primero es tratar de reemplazar a la derecha y, por otro lado, ganar las elecciones a la izquierda", indica Fernández-Vázquez.
Incluso en la derrota hay una victoria, tal y como señala el investigador de la Universidad Complutense: "La reflexión es que aunque han perdido ahora, han revolucionado el partido republicano quizás durante muchos años".
Además de marcarle el discurso a la derecha tradicional, los radicales van teniendo poder, y aunque no gobiernen, determinan gobiernos. Es el ejemplo de Portugal, donde han pasado de no tener representación a echar a los socialistas del Gobierno de Azores. Así, el cómputo final les sale positivo. Por ello, según Guillermo Fernández-Vázquez, "la década 2010-2020 ha sido muy exitosa". Y ahora pueden seguir subiendo a costa de la pandemia y sus efectos económicos.