Estudio de The Lancet
Desnutrición, enfermedades infecciosas o cardiovasculares: así nos mata el cambio climático
'La cuenta atrás de The Lancet sobre la salud y el cambio climático' pone en relevancia que "ningún país está a salvo" y advierte de las consecuencias devastadoras del uso continuado de combustibles fósiles.
Este ha sido el año más devastador del siglo XXI. Este verano, también el peor en zonas calcinadas casi en tres década. Una situación provocada por el cambio climático. Durante el 2021 y 2022, los eventos climáticos extremos causaron devastación en todos los continentes.
Las conclusiones del séptimo informe mundial anual de 'La cuenta atrás de The Lancet sobre la salud y el cambio climático' revelan que los gobiernos y las empresas siguen aplicando estrategias que amenazan cada vez más la salud y la supervivencia de todas las personas que viven en la actualidad y de las generaciones futuras, por la persistente dependencia de los combustibles fósiles, con todo lo que conlleva de inseguridad alimentaria, infecciones y enfermedades relacionadas con el calor o contaminación atmosférica y pobreza energética, "y ningún país está a salvo".
"Nuestro informe de este año revela que estamos en una coyuntura crítica. Vemos cómo el cambio climático está provocando graves impactos en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia mundial de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud en medio de múltiples crisis mundiales", afirma la doctora Marina Romanello, directora ejecutiva de La Cuenta Atrás de The Lancet en el University College de Londres (Reino Unido).
Este séptimo informe representa el trabajo de 99 expertos de 51 instituciones, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y está dirigido por el University College de Londres. Se publica antes de la 27ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP27), y presenta 43 indicadores que incluyen métricas nuevas y mejoradas que vigilan el impacto de las temperaturas extremas en la inseguridad alimentaria, la contaminación del aire en los hogares y la adecuación de la industria de los combustibles fósiles a un futuro saludable.
"A pesar de los desafíos, hay pruebas claras de que la acción inmediata aún podría salvar la vida de millones de personas, con un rápido cambio hacia la energía limpia y la eficiencia energética -advierte Romanello-. Una acción climática acelerada aportaría beneficios en cascada, con sistemas sanitarios, alimentarios y energéticos más resistentes. Con un mundo en plena agitación, los gobiernos y las empresas tienen la oportunidad de situar la salud en el centro de una respuesta alineada a estas crisis concurrentes, y ofrecer un futuro saludable y seguro para todos".
"Los sistemas sanitarios son la primera línea de defensa para tratar los impactos en la salud física y mental de los fenómenos meteorológicos extremos y de los demás impactos de un clima cambiante, pero están luchando para hacer frente a la carga de la pandemia de COVID-19, a las interrupciones de la cadena de suministro y a otros retos, poniendo vidas en peligro, hoy y en el futuro", advierte la profesora Kristie Ebi, jefa del grupo de trabajo de la cuenta atrás de The Lancet sobre adaptación, planificación y resiliencia para la salud y profesora del Centro de Salud y Medio Ambiente Global de la Universidad de Washington (Estados Unidos).
"El cambio climático ya está teniendo un impacto negativo en la seguridad alimentaria, con implicaciones preocupantes para la malnutrición y la desnutrición", añade la profesora Elizabeth Robinson, líder del Grupo de Trabajo sobre los impactos del cambio climático, las exposiciones y la vulnerabilidad y directora del Instituto de Investigación Grantham de la London School of Economics.
La exposición al calor extremo afecta directamente a la salud. Las muertes relacionadas con el calor aumentaron un 68% entre 2017-2021, en comparación con 2000-2004; mientras que la exposición humana a días de peligro de incendio muy alto o extremadamente alto aumentó en el 61% de los países desde 2001-2004 hasta 2018-2021.
El cambio climático también está afectando a la propagación de enfermedades infecciosas. En combinación con la pandemia de COVID-19, el aumento de las enfermedades infecciosas debido al cambio climático ha provocado errores de diagnóstico, presión sobre los sistemas sanitarios y dificultades para gestionar los brotes simultáneos de enfermedades.
A pesar de todo ello, indicadores nuevos y actualizados han revelado que los gobiernos y las empresas siguen dando prioridad a la extracción y quema de combustibles fósiles, a pesar de los graves y agravados perjuicios para la salud que conlleva el cambio climático.
Según señalan, al ritmo actual de cambio, la descarbonización total del sistema energético llevaría 150 años, muy lejos de las exigencias de mantener el calentamiento global en 1,5ºC, tal y como se recoge en el Acuerdo de París.
En este sentido, afean que los gobiernos siguen fomentando la producción y el consumo de combustibles fósiles, ya que 69 de los 86 gobiernos analizados en este informe subvencionan efectivamente los combustibles fósiles, por un total neto de 400.000 millones de dólares en 2019. Estos subsidios superaron el 10% del gasto sanitario nacional en 31 de los países y superaron el 100% en cinco países.
Así las cosas, los autores el estudio alertan de que las crisis mundiales no pueden abordarse de forma aislada, sino que es necesario un enfoque unificado y cohesionado para crear soluciones equitativas para todos ya que de no hacerlo empeoraría los resultados sanitarios generales.
Menos de un tercio de los 3,1 billones de dólares gastados en la respuesta a la pandemia de COVID-19 reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero o la contaminación atmosférica, pero las actuales respuestas a la crisis energética y a la crisis del coste de la vida amenazan con agravar el cambio climático, ya que muchos gobiernos y empresas están volviendo a recurrir al carbón, amenazando aún más la salud y la supervivencia de las personas, lamentan.
"Las estrategias actuales de muchos gobiernos y empresas encerrarán al mundo en un futuro fatalmente más cálido, atándonos al uso de combustibles fósiles, que están cerrando rápidamente las perspectivas de un mundo habitable", advierte el profesor Paul Ekins, jefe del grupo de trabajo sobre economía y finanzas y profesor de política de recursos y medio ambiente en la Bartlett School del University College de Londres.
Medidas para frenar esta situación
A pesar de los preocupantes indicios expuestos, todavía consideran que hay destellos de esperanza. Según el informe, una respuesta centrada en la salud a la actual crisis energética, del coste de la vida y del clima permitiría a las empresas energéticas pasar rápidamente a los combustibles limpios y a los países alcanzar rápidamente las emisiones netas de gases de efecto invernadero.
Al mismo tiempo, acelerar la transición hacia dietas más equilibradas y basadas en plantas reduciría el 55% de las emisiones del sector agrícola procedentes de la producción de carne roja y leche y evitaría hasta 11,5 millones de muertes anuales relacionadas con la dieta y reduciría el riesgo de enfermedades zoonóticas.
Los datos del informe de este año muestran algunos signos de esperanza y movimiento hacia la acción. Aunque la generación total de energía limpia sigue siendo insuficiente, alcanzó niveles récord en 2020, y las fuentes de carbono cero representaron el 80% de la inversión en métodos de generación de electricidad en 2021. Por primera vez, el empleo directo e indirecto en las energías renovables superó al empleo directo en la industria de extracción de combustibles fósiles, que registró 10,5 millones de empleados (un 10% menos que en 2019), lo que reafirma que las energías renovables podrían apoyar la seguridad del empleo, ahora y en el futuro.
"El mundo se encuentra en una coyuntura crítica. Nuestro compromiso global de reducir los combustibles fósiles está muy mal encaminado, y ahora las respuestas centradas en los combustibles fósiles a las crisis energéticas a las que nos enfrentamos podrían revertir los progresos realizados hasta ahora. Debemos cambiar, de lo contrario nuestros hijos se enfrentan a un futuro de cambio climático acelerado, que amenaza su propia supervivencia", subraya el profesor Anthony Costello, copresidente de la Cuenta Atrás de The Lancet.