Una situación límite
Las familias de Gaza, sin dinero y sin posibilidad de salir: "Para sacarles hay que pagar casi 35.000 euros"
"Realmente, no hay vida en Gaza; lo que hay son dos millones de seres humanos que están sin nada", denuncia el periodista palestino Majed Dibsi. Antes del conflicto, Gaza tenía 91 cajeros, de los que ahora solo quedan siete.
Ahmed Hamdan, quien tiene a muchos familiares a todavía en Gaza, cuenta que cada vez es más complicado meter algo de dinero en la Franja: "Es imposible que llegue nada; ni comerciantes ni personas que puedan hacerles llegar un dinero", expresa.
El último bastión de esperanza para los gazatíes era Rafah. Sin embargo, la ciudad salta por los aires y, con él, los pocos cajeros operativos. En estos momentos, no quedan billetes en Gaza, lo que dispara la mezquindad de las bandas armadas. "Si quieres enviar dinero, las comisiones son del 25%", subraya Ahmed.
A estos gastos, se suman las las comisiones 'oficiales' y el cambio monetario, por lo que finalmente llega una cantidad ínfima con la que los familiares a veces no están seguros de si están ayudando o, simplemente, alargando su agonía. "Estamos dando de comer para que puedas salvarte hasta que te bombardeen", lamenta Hadil, cuya familia vive en Gaza. La mujer ni puede plantearse la opción de sacar a sus familiares, ya que, tal y como señala, para ello, "hay que pagar casi 35.000 euros". "Y eso solo por tres o cuatro miembros", añade.
Antes del conflicto, Gaza contaba con 56 sucursales bancarias y 91 cajeros automáticos. Sin embargo, el 13 de mayo solo quedaban cinco sucursales y siete cajeros. Ni siquiera los 30.000 funcionarios que dependen de la Autoridad Nacional Palestina en la Franja consiguen recibir su sueldo íntegro. "Está en manos de Israel", afirma al respecto el periodista palestino Majed Dibsi.
Sin ayudas directas de familiares, solo queda la opción de sobrevivir con una ayuda humanitaria que tampoco llega. "Realmente, no hay vida en Gaza; lo que hay son dos millones de seres humanos que están sin nada", denuncia el periodista palestino Majed Dibsi. El grito desesperado de estas personas es que la Comunidad Internacional despierte.