TENSIÓN POLÍTICA EN ITALIA

Giorgio Napolitano vuelve a ser presidente a sus 87 años

Ha sido el único capaz de reunir los votos necesarios y acabar con el colapso institucional en el país. Pero su mandato se alargaría hasta los 94 años de edad. La sensación de derrota de la política impregna la calle y han comenzado las protestas.

Giorgio Napolitano, reelegido presidente de la República italiana a sus 87 años, trabaja ya en el modelo de Gobierno que propondrá a partir del martes a los partidos políticos y romper así la parálisis en la que se encuentra sumido el país tras las elecciones del pasado febrero.

Napolitano fue reelegido el sábado a la sexta votación con 739 votos, el 75 % de las preferencias del Parlamento, y después de que los partidos le rogasen que se mantuviese en su cargo al verse incapaces de elegir a otro candidato.

Tras ser elegido, el primer presidente de la historia italiana que repite mandato, advirtió a las fuerzas políticas, de que el lunes durante su juramento en el Parlamento comunicará "cuáles son los términos" por los que aceptó la petición de las fuerzas políticas para volver a ser reelegido.

Con esta advertencia, ya el martes comenzará una nueva ronda de consultas para mostrar a los partidos políticos su plan para salir de la crisis institucional en la que se encuentra el país, que desde las elecciones de los pasados 24 y 25 de febrero no consigue formar Gobierno, ya que ningún partido tiene la mayoría para recibir la investidura en el Senado. Los líderes de los principales partidos que durante la mañana de ayer se entrevistaron con Napolitano para pedirle que aceptase su reelección aseguraron que en estas reuniones no se habló de Gobierno.

Sin embargo, los medios de comunicación aseguran que Napolitano habría puesto como condición para ser reelegido que se acabasen todos los vetos que hasta ahora han puesto los partidos y se comenzase a colaborar para crear un Ejecutivo. En estos dos últimos meses, el presidente fracasó en su intento de buscar soluciones para formar un Gobierno ante las posturas irreconciliables e inamovibles de los partidos, pero ahora las cosas han cambiado. Napolitano, que había reiterado en numerosas ocasiones que nada ni nadie le haría cambiar de idea sobre su reelección, tiene dos nuevas "armas" en su poder para convencer a los partidos: una la posibilidad de disolver el Parlamento (que no podía en los meses últimos del mandato) y la otra amenazar con su dimisión.

Napolitano estudiará las posibles combinaciones que pueden convencer a las fuerzas políticas, pero los medios de comunicación apuntan a que se tratará de un Gobierno político y no tecnócrata como el de Mario Monti. Según esta hipótesis, elegirá una figura de gran calibre para ser presidente del Gobierno y el principal candidato es el veterano y exprimer ministro Giuliano Amato y dos vicepresidentes: Enrico Letta, del Partido Demócrata (PD) y Angelino Alfano, del Pueblo de la Libertad (PDL). Otra opción sería un Gobierno con Enrico Letta, brazo derecho hasta ahora de Bersani, y Alfano, el delfín de Berlusconi como vicepresidente.

Pero además, también Napolitano tiene entre manos, aunque no será su deber, la posible lista de ministros, pues cada partido político que pase por el Quirinal (la sede de la República) en la ronda de consultas avanzará sus pretensiones de conseguir una u otra cartera. El PD, virtual ganador de las elecciones, se había opuesto siempre a un Gobierno de coalición, pero ahora que se encuentra completamente en el caos, ya que además de su líder, Pier Luigi Bersani, ha dimitido con toda la ejecutiva del partido, no opondrá resistencias.

El más satisfecho es, sin duda, Silvio Berlusconi, líder del PDL cuyo objetivo ha sido siempre la creación de un Gobierno de unidad nacional. A la hipótesis de Giuliano Amato, de 75 años, rescatado de una jubilación de 30.000 euros al mes, ya ha manifestado que se opondrá la Liga Norte. Lo mismo hará el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, cuyos miembros descargaron verbalmente ayer toda su rabia por la reelección de Napolitano y que consideran a Amato como ejemplo de la "casta" política.

 

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