Habría pagado 80.000 libras

El hombre que mató al león Cecil caza a un carnero salvaje protegido en Mongolia

Walter James Palmer, el dentista estadounidense que desató la indignación mundial al matar al león Cecil en Zimbabwe, ha cazado ahora en Mongolia al carnero salvaje más grande del mundo.

El asesino del león Cecil, el dentista estadounidense Walter James Palmer de 60 años, ha cazado de nuevo. Se trata de un ejemplar de argali ram, un carnero salvaje en peligro de extinción, con el que posa a modo de trofeo durante un viaje a Mongolia.

La noticia ha salido a la luz después de que se publicara una fotografía en Facebook que muestra a Palmer junto al animal sin vida en un viaje a Asia. Una instantánea que aparece casi cinco años después de que el hombre originario de Minnesota matara a Cecil, el león más famoso de África.

Según publica Daily Mirror, Walter James Palmer y su amigo Brent Sinclair iniciaron en 2019 un viaje para cazar animales "por diversión". Se cree que el dentista pagó hasta 80.000 libras -unos 88.850 euros- para matar a la argali ram, una especie de oveja salvaje más grande del mundo que deambula por las tierras altas de las montañas de Altai en Asia Central.

Un año después, Sinclair ha compartido una publicación en Facebook donde hace balance de la experiencia. "Otra gran aventura ha venido y se ha ido, una que seguramente se colocará en el libro de recuerdos. Acabo de regresar de Mongolia, y es casi como si fuera solo un sueño", señala.

Un viaje que ha condenado la doctora Teresa Telecky, vicepresidenta de vida silvestre de Humane Society International. "Para los cazadores de trofeos viajar a Mongolia para matar a un carnero hermoso y en peligro de extinción es un ultraje absoluto", señala y añade: "La idea de que estos animales pueden ser asesinados por placer es aborrecible".

James reconoció en 2015 haber matado al león Cecil en Zimbabwe. Un asesinato por el que pagó 50.000 euros. Después de intentar, sin éxito, acabar con su vida, el estadounidense lo mató definitivamente con un rifle a las afueras de la reserva natural en la que vivía. "Es hora de que la ley detenga a los asesinos de vida silvestre", pide ahora Teresa Telecky.

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