Masacre en la franja de Gaza
Los niños palestinos, una vida entre bombas bajo los ataques de Israel
Ya son 31 los niños muertos en los ataques israelís. Los que sobreviven quedan marcados de por vida. Las imágenes de estos días son muy duras: niños que pierden a sus padres, que se quedan huérfanos o, lo que es peor, que ya han normalizado la masacre.
En las guerras las consecuencias las pagan quienes menos lo merecen. Los niños de Palestina lo están sufriendo en primera persona. Algunos de ellos lloran porque han muertos sus padres, otros porque les falta una extremidad. Para todos, el sonido de los cohetes va a permanecer mucho tiempo en sus cabezas. A otros, ese sonido les ha silenciado para siempre.
En las últimas horas el Ejército israelí ha llevado a cabo 50 bombardeos sobre la Franja de Gaza en menos de 40 minutos. Han muerto 119 personas, de las cuales 31 son niños: uno de cada cuatro. Como se puede ver en las imágenes, el terror convive con ellos: un padre grita desesperado porque ha perdido a sus dos hijos, y otro llora amargamente porque le han matado a sus cuatro. Un menor grita recordando a su padre. En esta masacre, todos pierden.
Porque las familias palestinas cuentan con escasos recursos y poca defensa ante los misiles. En el vídeo, una niña recuerda cómo su madre intentó tranquilizarla diciéndole que "las bombas estaban lejos", pero ella las oía "cerca". Un silbido que ya forma parte de su día a día. Allí, entre las ruinas, se puede ver a los pequeños saltando a la colchoneta mientras observan de fondo las explosiones, como si fuese algo cotidiano.
Simone Manfredi, coordinador general de Médicos en el Mundo en Palestina, asegura que "los niños son los que más lo pagan porque son los más vulnerables". En esta misma línea se expresa Damian Rance, miembro de UNICEF en Palestina, que cree que esto dejará "grandes trauma" en los más pequeños.
La situación es tan desalentadora que hasta la congresista estadounidense de origen palestino Rashida Tlaib ha leído en el Senado una carta de una madre afectada: "Esta noche he puesto a los niños a dormir en la cama para que, si morimos, lo hagamos todos juntos". Un texto que refleja la angustia de una población que no ve fin a la masacre.