PROTESTABAN CONTRA LOS ABUSOS SEXUALES SUFRIDOS
Un incendio en un centro de menores de Guatemala se cobra la vida de 30 niñas
30 niñas fallecieron por un incendio que se registró en un centro de menores de Guatemala, cuando las jóvenes intentaron protestar por los abusos sexuales y físicos que sufren, según algunos familiares.
Según las primeras pesquisas, el fuego fue originado por ellas en unos colchones, explicó a la prensa en los alrededores del Hogar Virgen de la Asunción, en el municipio capitalino de San José Pinul, el defensor de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), Abde Paredes.
Un centenar de personas se ha concentrado en las inmediaciones para pedir a las autoridades las identidades de las fallecidas y los heridos, pues hasta el momento no han recibido información. Supuestamente las menores heridas y fallecidas habrían elegido este miércoles, Día Internacional de la Mujer, para protestar por los abusos sexuales y físicos que sufren en el hogar.
El trabajador de la Procuraduría dijo a la prensa que fiscales del MP están ahora investigando los hechos y que también se espera a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronuncie por unas medidas cautelares solicitadas en noviembre del año pasado por la institución en este caso.
Mientras, los otros menores del centro están empezando a ser trasladados, algunos son devueltos a sus familias y otros llevados a otros albergues. Uno de los jóvenes que salió, Daniel, de 16 años, contó a periodistas entre sollozos que las niñas fallecidas estaban encerradas en una escuela bajo llave después de una revuelta que se organizó ayer, cuando 40 muchachos intentaron escapar, aunque luego fueron reubicados.
El pequeño, acompañado de algunos familiares, señaló que las autoridades "no las ayudaron", que tardaron mucho en reaccionar y que no les dejaron entrar para socorrerlas. "Se quedaron parados. Las conocíamos. Nosotros queríamos ayudar pero no nos dejaron", dijo antes de abrazarse con su familia.
Con los ojos llorosos y la cabeza cabizbaja, padres, madres y hermanos de algunos de los recluidos exigen saber la verdad. El padre de Pablo, un niño de 14 años, cuenta que su vástago está en el centro pero desconoce su estado.
Sin embargo, no duda en denunciar que al igual que muchos otros que están dentro es víctima de abusos: "Eso es trata de personas. Es una porquería. Tiene golpes cuando lo vengo a ver y si le pregunto quien se los hizo se molesta", asegura este hombre, que prefiere no dar a conocer su nombre, acompañado de otro de sus hijos.