Según el alcalde
La invasión rusa deja cadáveres entre los escombros, hambre y epidemias en Mariúpol
El alcalde de la ciudad asegura que la guerra ha provocado el desarrollo de numerosas enfermedades, entre ellas un brote de cólera.
La extracción de cadáveres de entre los escombros, el hambre y las epidemias se han convertido en la realidad cotidiana de la ciudad costera ucraniana de Mariúpol, actualmente bajo control ruso, según explicó el alcalde de la ciudad, Vadim Boychenko.
En una entrevista con la televisión local Canal 24, el alcalde, que reside fuera de la ciudad y ocupó el cargo hasta la llegada de los rusos, indicó que cada día se extraen de entre los escombros a los que ha quedado reducida la urbe entre 70 y 200 cuerpos.
En total, según sus datos, al menos 22.000 personas murieron en la urbe portuaria, a orillas del mar de Azov, durante el asedio al que fue sometida por las tropas rusas, que se inició poco después de que Moscú ordenara invadir el país, el pasado 24 de febrero.
En la actualidad, "la situación es crítica: en Mariúpol, se ha producido un desastre epidémico", con el desarrollo de numerosas enfermedades, entre ellas un brote de cólera, por las graves condiciones en las que vive la población que queda en la ciudad, agregó el alcalde.
Boychenko explicó además que en los alrededores de la ciudad se han creado campos de filtración que los rusos utilizan para deportar a su país a los civiles ucranianos.
Al ser preguntado sobre los soldados ucranianos que resistieron en la acería de Azovstal hasta que fue capturada por los rusos, dijo que "estamos trabajando al cien por ciento para que nuestros heroicos defensores de Mariúpol puedan regresar vivos a Ucrania".
"Quisiera recordarles que esto no es una traición ni un cautiverio, sino, como se anunció, una evacuación, y que habrá intercambio de prisioneros. Y nos estamos preparando para esto", reiteró.
La ciudad de Mariúpol, en la región prorrusa del Donestk, fue bombardeada durante semanas por el ejército ruso que, según las autoridades ucranianas, destruyó el 80% de las edificaciones de la urbe.
Con una población de medio millón de habitantes, actualmente residen en lo que queda de la ciudad unas 100.000 personas que, según Kiev, viven en unas pésimas condiciones humanitarias.