Más de 1.200 civiles asesinados

Mariúpol abre fosas comunes para evitar la acumulación de cadáveres en las calles tras los ataques rusos

A la falta de agua, luz, gas, comida y medicinas en Mariúpol se suman los bombardeos a edificios médicos y civiles. La población, asediada desde hace nueve días por las tropas del Kremlin, tiene que enterrar a sus muertos en fosas comunes mientras los corredores humanitarios fracasan en su intento de evacuarlos.

Los cadáveres en Mariúpol se acumulan en las calles. Los operarios del Ayuntamiento están abriendo fosas comunes para retirar los cuerpos que se han ido acumulando en la zona metropolitana tras nueve días de asedio en la ciudad portuaria del Mar Negro. El alcalde Vadym Boychenko suma ya 1.207 civiles asesinados por las tropas rusas.

La responsable de emergencias de Médicos Sin Fronteras, Kate White, ha remarcado que "viviendas y hospitales han sido dañados durante los combates de los últimos días con fuego de mortero, tiroteos y bombardeos aéreos en Mariúpol": "El acceso a la atención médica se ha vuelto cada vez más difícil, especialmente para las mujeres embarazadas y los ancianos que tienen limitados sus movimientos", ha aseverado.

Así, ha hecho hincapié en que "los ataques a las estructuras sanitarias minan la poca capacidad que queda para tratar a los casos urgentes", explicando que en la ciudad el sistema sanitario está "al borde del colapso" y privar a la población de asistencia sanitaria es "una violación de las leyes de la guerra": "Es imperativo que la población civil y las infraestructuras civiles, incluidas las instalaciones sanitarias, no sufran ataques, y que se garantice el derecho de las personas a recibir asistencia médica y a su seguridad", ha sentenciado.

Olexander, trabajador de la ONG, ha explicado que "en Mariúpol, ahora mismo no hay agua potable, nada, y no hay de dónde sacarla". Asegura que la población de la ciudad sobrevive como puede, "buscando fuentes en los parques o recogiendo el agua de los tejados cuando la nieve se derrite". Además, los ciudadanos "no tienen forma de encontrar comida y tampoco pueden hacer un fuego para cocinar". "La situación para quienes tienen niños pequeños también es muy, muy mala, porque necesitan muchas más cosas, como productos de higiene, y no hay manera de encontrarlos en ningún sitio", añade.

Este mismo miércoles, un hospital de maternidad fue bombardeado. Las autoridades hablan de tres muertos, dos de ellos niños, mientras las imágenes del rescate de heridos evidencian el desastre: mujeres embarazadas, niños recién nacidos y bebés en incubadoras tuvieron que ser evacuados a toda prisa después de la explosión. En el interior, caos y destrucción por todas partes.

El presidente Volodímir Zelenski ha condenado el ataque, al que ha calificado como "una atrocidad": "¿Cuánto tiempo más el mundo será cómplice ignorando el terror? ¡Cierren el cielo ahora mismo! ¡Detengan las matanzas! Tienen poder pero parecen estar perdiendo humanidad", se preguntaba el presidente ucraniano en Twitter, donde ha compartido un vídeo en el que incluso se puede ver el cráter de un misil en la fachada derruida.

"Es la prueba final del genocidio", ha destacado el mandatario: "¿Qué clase de país es este? Rusia, que tiene miedo de hospitales, tiene miedo de los hospitales de maternidad y los destruye? Bombardear el hospital de maternidad es la prueba final, la prueba de que se está produciendo un genocidio de ucranianos. ¡Europeos! No pueden decir que no vieron lo que les sucedió a los ucranianos en Mariúpol", ha lamentado, en una nueva petición a la comunidad internacional para interferir en el conflicto.

La organización humanitaria Médicos sin Fronteras ha denunciado el ataque como "violación de las leyes de la guerra": "En una ciudad en la que el sistema sanitario está al borde del colapso, privar a la gente de asistencia sanitaria es una violación de las leyes de la guerra", ha destacado la organización en un comunicado.

Entre bombardeos, Mariúpol, ciudad estratégica para Moscú para unir el Donbás con la anexionada Crimea, se ahoga. El hambre, la sed, el frío y el miedo se añaden a la destrucción y la muerte visible en las calles por los misiles del Kremlin tras nueve días con cortes en el suministro eléctrico y de gas.

Desde el asedio de las tropas de Putin, la población de Mariúpol carece de calefacción, agua, electricidad y está comenzando a agotar sus suministros de comida y medicinas. Nueve días en los que las temperaturas apenas logran superar los 0º y los ciudadanos están incomunicados con el exterior.

Los intentos por evacuar a la población también han fracasado. Cruz Roja Internacional denunció que el primer corredor humanitario que se instaló en la zona "estaba minado", y el segundo intento se produjo ayer entre los bombardeos rusos en la zona.

"Seguimos trabajando, los puntos más problemáticos son Mariúpol, Jarkov y la región de Kiev", ha aseverado el jefe de la facción parlamentaria del partido gobernante ucraniano Servidor del Pueblo, David Arajamia, sin especificar en qué ciudades se pudieron evacuar civiles y qué rutas emplearon. El ministro de Exteriores ucraniano ya ha señalado que entre 300.000 y 400.000 personas siguen siendo "rehenes" de las fuerzas rusas y sus aliados, pero ya sin suministros básicos ni comunicaciones.

En el lado opuesto, el presidente Zelenski ha asegurado que casi 35.000 personas han sido rescatadas a través de los corredores humanitariosen Ucrania y ha subrayado que las autoridades están preparando seis nuevas vías para facilitar la salida segura de la población. Así, ha explicado que este miércoles habían conseguido "organizar el trabajo de tres corredores humanitarios. Desde la ciudad de Sumy, desde las ciudades y pueblos de la región de Kiev y desde Energodar".

"Estamos preparando seis corredores. Rezamos para que la gente pueda salir de Mariupol, Izium, Volnovaja, etc. Llevados a ciudades seguras de nuestra Ucrania libre", ha aseverado en referencia a un nuevo intento este jueves para evacuar la ciudad más azotada por la barbarie.

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