Violencia sexual en prisiones
Presas de Estados Unidos denuncian haber sido violadas por los funcionarios de la cárcel
En los últimos 10 años se han investigado cerca de 5.500 violaciones en cárceles de mujeres de Estado Unidos. Ahora, algunas de estas presas han decidido denunciar lo que ocurre con los funcionarios en las prisiones federales.
En los últimos 10 años se han investigado cerca de 5.500 violaciones en cárceles de mujeres de Estado Unidos. Presas que han sido violadas por sus carceleros, por funcionarios. Un informe destapa una realidad vergonzante: la de la violencia sexual que se vive en esas prisiones.
Sin embargo, este dato podría ser todavía mayor, y es que hay muchas mujeres que deciden no denunciar por miedo. Ahora, algunas de ellas han prometido contar la verdad de lo que pasa en las prisiones federales de Estados Unidos para poner fin a esta situación.
Carolyn Richardson es una de estas presas que ha decidido contar lo que le sucedió. Ella entró en prisión recién operada de un trasplante de córnea. El funcionario que la acompañaba al hospital se llamaba Peralta. "En mis momentos más duros pensé que se preocupaba por mi cuando nadie más lo hacía. Me equivoqué", reconoce ella ahora.
Lo cierto es que el hecho de tratarle bien tenía una razón, no tardó en pedirle algo a cambio. "Comenzó a pedirme favores sexuales a cambio de la comida y medicinas que traía", reconoce. Tras seis meses de abusos, Carolyn terminó perdiendo su visión.
Ella no es la única víctima de estos abusos. Briane Moore desvela que ella se levantaba llorando, teniendo pesadillas en las que el capitán "le mataba por delatarle". Su prisión estaba a doce horas de su casa, por lo que no podía ver a su hija y a su madre.
Una distancia que ella quiso recortar pidiendo que le enviasen a una cárcel más cercana. Sin embargo, el capitán le chantajeó aprovechando esta situación. "Dejó claro que si no hacía lo que quería no me transferirían de prisión y después me violó", relata.
Por su parte, Linda de la Rosa ha confesado que su violador tenía antecedentes. "Mi atacante estuvo años en su puesto de trabajo a pesar de que todos sabían que era un depredador sexual", revela. Ella no dudó en denunciar esta situación. Sin embargo, al hacerlo, comenzaron a hacerle la vida imposible.
"Todas mis pertenencias desaparecieron. Perdí las cartas de mi hijo y el padre de mi hija, que ahora están muertos", recuerda entre lágrimas.
El sistema les ha fallado a ellas y a más de 5.000 mujeres que han presentado denuncias de abusos sexuales en prisiones federales estadounidenses en la última década.