EL ASESINATO DE UN ESTANQUERO EN EIBAR
El etarra Pikabea confiesa un asesinato no resuelto a una víctima de la banda
Un etarra arrepentido ha confesado a una víctima de la banda, un crimen no resuelto de ETA ocurrido en 1980. El asesinato de un estanquero en Eibar, Guipúzcoa. El etarra Kepa Pikabea ha reconocido que fue él quien lo asesinó. Se lo dijo a un guardia civil que le visitó, en uno de los encuentros que víctimas y terroristas tienen en prisión, y en los que éstos piden perdón. El crimen está prescrito, así que no tiene consecuencias penales.
Miguel Ángel cuenta cuáles fueron las primeras palabras que intercambió con el etarra disidente Kepa Pikabea. "Llega y me dice oye señor Madariaga, ¿le puedo dar la mano? Y digo sí, así te das cuenta cómo ha quedado la mano", explica Miguel Ángel Madariaga.
"Yo no vengo aquí a que me pidas perdón. Ni perdono ni olvido"
Así comenzó su reunión, de algo más de una hora, en la que Pikabea le pidió perdón por los atentados cometidos por ETA. "Yo no vengo aquí a que me pidas perdón. Ni perdono ni olvido", le decía esta víctima de ETA.
Pikabea además le confesó ser el autor de un asesinato, el del estanquero Carlos García, en 1980. "Le pregunto por el estanquero y me dice sí, ese intervine yo solo, y además me da pena haberlo matado".
García regentaba un estanco en Éibar y ETA lo acusaba de colaborar con la Policía. Madariaga se reunió con Pikabea en la cárcel de Zaballa, en Álava, para que le facilitase información sobre diferentes atentados, entre otros, el que a él le dejó graves secuelas y que nunca fue juzgado.
"Le pregunto por el estanquero y me dice sí, me da pena haberlo matado"
Un caso sin responsables, igual que las 326 muertes a manos de la banda que a día de hoy siguen sin resolver. "La administración nunca les preguntó, nunca les han interrogado. Las preguntas que les hicimos nosotros ayer sobre Pikabea jamás nunca nadie se las ha preguntado", revela Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite.
A Kepa Pikabea se le atribuyen más de 20 asesinatos, y hoy es un terrorista arrepentido que incluso participa en documentales. Su confesión no tiene relevancia jurídica, el asesinato de Carlos García, 34 años después, ya ha prescrito.