SEGÚN UN APUNTE DEL BANCO SUIZO LOMBARD ODIER
Rosalía Iglesias no podía tocar su cuenta en Suiza "sin el consentimiento de su marido"
Los 4.000 folios enviados por las autoridades suizas al juez Pablo Ruz vuelven a poner contra las cuerdas a varios de los imputados en la trama Gürtel. Los nombres de Luis Fraga, exsenador del PP, Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda, o Rosalía Iglesias, esposa de Luis Bárcenas, saltan a la palestra. La mujer del extesorero del PP abrió una cuenta en el banco Lombard Odier en 2006 y sobre ella no podía actuar sin el consentimiento de su marido.
La cuenta de Rosalía Iglesias, cuyo marido llegó a acumular 48,2 millones en bancos suizos, quedó abierta en septiembre de 2006 en el banco Lombard Odier con 30.000 euros y el banco cifró su potencial a un año de 5 millones de euros.
En un apunte del propio banco en referencia a la gestión de esa cuenta, se destaca: "No se debe realizar ninguna operación sin el consentimiento del marido. Las decisiones de inversión son adoptadas de común acuerdo con su mujer. El marido es quien dicta la política de inversiones siguiendo igualmente nuestros consejos".
Iglesias, imputada en Gürtel al igual que Bárcenas, cerró la cuenta en junio de 2009 tras hacer una transferencia de 36.000 euros a la cuenta "Obispado" de ese mismo banco y llegó a acumular en ella 403.768 euros el 31 de diciembre de 2007.
Ruz incluye en la causa la prueba caligráfica a la marchante de arte de Bárcenas
Además, el juez ha unido a la causa un escrito de las autoridades de Argentina en el que consta la prueba caligráfica a la que fue sometida la supuesta marchante de arte Isabel Mackinley, que aseguró que cobró 1.500 dólares por figurar en dos contratos de mediación y compra-venta de cuadros con los que Bárcenas y su mujer justificaron unos ingresos en efectivo de casi 560.000 euros.
Ruz, que solicita un informe sobre esta prueba pericial al Servicio Técnico Policial de la Sección de Documentoscopia, amplió en octubre pasado por sexta vez la comisión rogatoria cursada a las autoridades argentinas al objeto de que la testigo realizara un "cuerpo de escritura" sobre la firma que aparecía en los contratos, que Bárcenas atribuyó a Mackinlay y cuya autoría ésta negó.