Análisis de datos

Siete días seguidos con peores datos de incidencia del virus que Madrid: ¿está Navarra tan mal como parece?

La Comunidad foral lleva una semana siendo la región con la incidencia acumulada más alta de COVID-19 de los últimos siete días, lo que ha suscitado comparaciones con la preocupante situación de Madrid. La menor presión hospitalaria hace que Navarra esté aguantando mejor la epidemia, pero la atención primaria también vive al límite de la saturación.

Esta semana pandémica arrancó con la atención puesta en Navarra: la epidemia se agravaba en esta región, que encadena ya su séptimo día consecutivo siendo la comunidad autónoma con la tasa de incidencia acumulada más alta de los últimos siete días. El lunes 28, Navarra registraba 376 casos de coronavirus por cada 100 mil habitantes, una tasa que superaba incluso a los 307 casos de la Comunidad de Madrid. ¿Quería decir esto que estaba peor que Madrid?

En las redes sociales empezaron a correr las comparaciones, sobre todo cuando el Ministerio de Sanidad fijó el umbral de incidencia acumulada a partir del cual había que confinar un municipio en 500 casos por cada cien mil habitantes. Si atendemos a otros indicadores, como la presión hospitalaria o de las UCI, o la realización de PCR, podemos ver que Navarra aguanta mejor la epidemia, aunque las dos comunidades sí comparten otras cuestiones clave de la gestión de la pandemia: el déficit de médicos en los hospitales y la saturación de la atención primaria.

Es la comunidad autónoma que más PCR por habitante hace

Navarra es la comunidad que más pruebas está practicando en términos relativos, es decir, en proporción a su población. Entre el 20 y el 26 de septiembre se hicieron 3.821 PCR por cada 100 mil habitantes, más del doble de la media nacional.

El consejero de Sanidad madrileño, Enrique Ruiz Escudero, defendió este miércoles en rueda de prensa que Madrid es la comunidad que más test está haciendo. En total se puede decir que sí (165.734 frente a 24.997 de Navarra en esos mismos días), pero el dato absoluto no refleja el rastreo real que se está llevando. Además, en una situación de transmisión comunitaria, como la que vive Madrid, es más difícil tener el control de la pandemia que cuando se trata de brotes localizados.

Con ese argumento defendió la situación de Navarra su presidenta, María Chivite, que salió al paso enseguida que se empezó a poner el foco en el territorio foral, y aseguró que "no es comparable" la situación de Madrid ni en rastreo ni en el estado de los hospitales; para Chivite, la pandemia está "controlada" en su comunidad.

Quizá Chivite se excedió en lo de "controlada", puesto que la COVID-19 está azotando fuerte en la ciudad de Pamplona. De hecho, y aparte de las diez ciudades madrileñas que sufrirán las restricciones recién ordenadas por Sanidad, Pamplona es la ciudad mayor de 100.000 habitantes con la incidencia del virus más alta, 719 casos por cada cien mil habitantes en los últimos 14 días (17-30 de septiembre). De momento, no se aplicarán allí las restricciones de movilidad porque las UCI navarras no se encuentran a más del 25% de su capacidad.

Si detectas más personas y las controlas, en un días debe bajar el número de positivos"

Daniel López, profesor e investigador

Además, hacer más test permite detectar más personas, pero en "un momento puntual", como indica Daniel López, profesor e investigador de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC): "Si detectas más personas y las controlas, en un días debe bajar el número de positivos".

Al otro lado del teléfono, su conclusión es rápida: "Navarra está muy mal, la incidencia es muy alta". La situación, apunta López, se podría controlar con "medidas más duras" y, al contrario que la presidenta navarra, considera que la pandemia "no está controlada". Es más, anima a las autoridades a "tomar medidas en Pamplona también, algún tipo de confinamiento", explica este investigador, que forma parte del grupo de Biología.

Una carga hospitalaria "bastante soportable" pero con déficit de médicos

En la rueda prensa posterior al pleno del Gobierno del pasado miércoles, el vicepresidente navarro, Javier Remírez Apesteguía, calificó la carga hospitalaria y de UCI de la región como "bastante soportable".

Un término impreciso que requiere situar con datos. Es cierto que la presión hospitalaria en Navarra está lejos de la que se vive en Madrid, la comunidad que más saturación presenta. A 30 de septiembre, las UCI madrileñas se encuentran al 42% de su capacidad frente al 18% de Navarra, según los últimos datos diarios del Ministerio de Sanidad. De hecho, hay otras seis comunidades, además de Madrid, con mayor saturación de UCI.

Algo similar sucede con la ocupación hospitalaria, donde Madrid tiene la peor situación una vez más, mientras que Navarra se encuentra ocho posiciones por debajo, como refleja el siguiente gráfico.

No obstante, la capacidad de las UCI es un dato relativo, ya que las comunidades han ido ampliando las camas de cuidados intensivos ocupando otros espacios del hospital. También se ha hecho en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), situado en Pamplona y uno de los tres hospitales públicos que tiene la comunidad foral. Si no fuera por esta ampliación "estaríamos cerca del 100% de ocupación" en las UCI, cuenta a laSexta.com Tomás, médico internista de este hospital.

Según este médico, el CHN ha ido ampliando espacios para COVID y habilitando plantas nuevas: solo en su unidad se han duplicado las camas. Pero también se están derivando pacientes a la Clínica Universidad de Navarra, al hospital San Juan de Dios y la Clínica San Miguel, hospitales privados con los que mantiene concierto el Gobierno foral. Es por eso, entre otras razones, que no existe una congestión en las cifras.

Otra cosa es la saturación del personal. En esta segunda ola se ha incrementado el número de enfermeras, pero no de personal médico "porque no hay, se van a otras CCAA como el País Vasco o La Rioja, donde pagan más", explica Tomás. Sí se han contratado a los MIR (Médico Interno Residentes), pero no todos han aceptado: en su unidad, medicina interna, ninguno se ha quedado, asegura.

Con ello, y con las altas cifras de incidencia actuales, considera que no se puede decir que la situación esté controlada: "La primera vez nos pilló de sorpresa, pero ahora deberíamos haber preparado los centros y a la población; seguimos improvisando día a día".

La atención primaria, al límite

Otra similitud entre Madrid y Navarra es lasaturación que vive la atención primaria. A la ajustada cantidad de personal heredada de la era prepandémica, y como se ha denunciado en Madrid y en otras CCAA, se suma el incremento de tareas derivadas a la Atención Primaria: atención telefónica, cribado de pacientes para PCR, realización de pruebas, rastreo de contactos… Todo ello como añadido a la atención presencial y a las bajas por COVID de los facultativos que dan positivo.

La situación que retrata Manuel Mozota, médico de AP del centro de salud de Noain, municipio a cinco kilómetros al sur de Pamplona, es de tensión: "La gente está agresiva, nerviosa, no solo los administrativos sino también los pacientes". Como facultativo está viviendo el nerviosismo de una población que ve lo difícil que es contactar con el centro de salud, hasta tal punto que asegura que "hay una especie de bulo sobre que no vemos a pacientes". Algo que niega: "No es verdad, yo veo constantemente a pacientes".

El problema, según Mozota, es la falta de medios: "Hemos pedido un médico, enfermera y administrativo, pero solo nos ha llegado una enfermera". Asegura también que los resultados de los PCR tardan mucho en llegar y que en Navarra "no está funcionando" el rastreo.

La Zona Básica de Salud de Noain cubre a unos 16.000 habitantes de nueve municipios. Aunque recoge una amplia extensión (254 kilómetros cuadrados) de población rural, la mitad de sus pacientes procede del entorno urbano de Noain, ciudad dormitorio pegada a Pamplona y a su aeropuerto.

La atención primaria no ha estado dotada de medios ya antes

Jose María Vázquez, médico de atención primaria

En la zona rural la situación está más aliviada gracias al apoyo que están ejerciendo en la gestión de la COVID-19 los llamados Servicio de Urgencia Rural (SUR), un equipo médico de apoyo en el ámbito rural creado en 2008: "Gracias a eso la zona rural ha podido sobrevivir", explica Mozota.

Aun así, la carga de trabajo y la falta de personal previa generan también "tensión" en las zonas rurales, como describe José María Vázquez, médico en el centro de salud de Ablitas, municipio de 2.500 habitantes: "Solo la actividad COVID nos come mucho trabajo y esto crea bastante tensión". A este centro no solo no han llegado refuerzos tras el inicio de la pandemia, sino que además tienen a dos compañeros de baja: "El problema viene de antes, la atención primaria no ha estado dotada de medios ya antes", asegura.

En el límite sur y colindante con la provincia de Zaragoza, Ablitas forma parte de la Zona Básica de Salud de Cascantes, un área en la que preocupa sobre todo el brote en Murchante, que ha causado hasta 70 contagios, alcalde incluido. Con una población de unos 4.000 vecinos, la incidencia del virus en Murchante llegó hasta los 1.750 casos por cada cien mil habitantes.

Un ejemplo similar es el que utilizaba el pasado lunes el ministro de Sanidad, Salvador Illa: "Una incidencia de 500 casos en un municipio de 3.000 habitantes equivale a tener 15 casos", "muy distinto", decía, a la situación de Madrid, o de sus grandes municipios.

Restricciones desde el 11 de septiembre y pueblos confinados

El Gobierno de Navarra impuso medidas restrictivas para toda la Comunidad foral desde el 11 de septiembre, cuando contaba con unos 300 casos diarios. El último informe epidemiológico, que va del 21 al 27 de septiembre, registra unos 350 diarios y la curva de la epidemia va en descenso a pesar de algunos repuntes que han empeorado sus datos. Desde que se tomaron estas medidas, la primera vez que el número de contagios ha bajado de los 300 casos diarios ha sido este 30 de septiembre.

Las medidas, que se prorrogaron una semana después de los iniciales 14 días que declaraba la orden foral, vencen este viernes 2 de octubre; a día 1 no se ha anunciado si se volverán a mantener. Las restricciones vigentes son:

  • Reuniones reducidas a seis personas como máximo en el ámbito público y en establecimientos hosteleros;
  • En hostelería, prohibido consumo en barra a partir de las 00h
  • Recomendación de mantener ese número en los espacios privados
  • Aforo al 50% de ceremonias, velatorios y entierros, culto, mercadillos o centros de formación no reglada.
  • Aforo máximos al 60% de su capacidad para eventos culturales
  • Cierre de las sociedades gastronómicas
  • Prohibida la venta de alcohol desde las 22h en comercios y tiendas

Esas medidas no fueron suficientes para contener la pandemia en la región y han acabado por confinar a tres municipios: la semana pasada le tocó a Peralta, municipio de 5.800 habitantes cercano al límite con La Rioja, que quintuplicaba la incidencia media de Navarra; en esta, ha sido el turno de Falces (2.300 habitantes) y Funes (2.485 habitantes), con incidencias acumuladas en los últimos 14 días de 1.598 casos por 100.000 habitantes y 1.393, respectivamente.

En estos momentos, los habitantes de estos municipios no pueden salir ni entrar de esta salvo para desplazamientos imprescindibles, y a las restricciones anteriores se suma el cierre de instalaciones deportivas, culturales y parques públicos, así como la prohibición en hostelería, de cerrar más tarde de las 22h.

No es lo mismo Navarra que Madrid, ha quedado claro, pero estos tres municipios van a compartir confinamiento con losdiez madrileños, incluida la capital, que cumplen los requisitos ordenados por Sanidad para aplicar restricciones de movilidad, y que la propia Comunidad ha dicho que acatará.

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