LOS SECRETOS DE LA INTENTONA GOLPISTA DE TEJERO
Los uniformes del 23F, la prueba que ya anticipaba que el golpe de Estado de Tejero iba a fracasar
El 23 de febrero de 1981, Tejero irrumpía en el Congreso junto a otros militares. Secuestraron el hemiciclo con intención de dar un golpe de Estado. Miguel Ángel Aguilar analiza la clave que anticipaba el fracaso golpista.
El periodista Miguel Ángel Aguilar repasa una vez más las famosas imágenes del asalto al Congreso de los Diputados que llevaron a cabo Tejero y otros militares. La intención era dar un golpe de Estado, pero fracasó. ¿Por qué? Aguilar, una de las personas presentes cuando tuvo lugar el secuestro del hemiciclo, ya veía detalles que, para él, mostraron de forma clara la debilidad del 23F.
"¿Qué podía deducirse del caos indumentario de la Guardia Civil?", es lo primero que señala. Es verdad que había que estar allí para fijarse. La ropa dio a quien supo ver una pista muy clara de que el golpe no iba a triunfar. "Lo esperable de una unidad es que se presente con una uniformidad exacta. Todos iguales, con tricornio, con gorra de visera o con boina. Pero allí cada uno iba a su manera", relata Aguilar.
Entre los gritos, las amenazas y la tensión hubo quien se fijó en que algo no cuadraba, no combinaba. "Unos iban con correaje, otros con anorak... de los 200 guardias civiles que había estaba toda la pasarela del uniforme militar". La ropa y los uniformes hablaban. Dentro del hemiciclo hubo quien lo tuvo muy claro. "No formaban parte de una unidad. Era gente cogida de improviso. No estaban a las órdenes de sus mandos naturales", afirma el periodista.
Pasa en el Ejército, en la Guardia Civil y hasta en nuestra vida cotidiana. Obedecemos mejor a quien sentimos cerca. "Si el mando es uno que he conocido en el autobús, yo hago caso a ese señor si todo va bien. Pero si el asunto se pone color de hormiga, ya veremos", explica Aguilar. Precisamente, fuera del Congreso se empezaba a ver ya el color hormiga. Dentro, Tejero intentaba mantener todavía otros colores.
También, dentro del Congreso, el ministro de Defensa Gutiérrez Mellado empezó a tenerlo claro. "Si empezaba a haber dificultades la obediencia se iba a romper porque se instalaría el 'sálvese quien pueda'", añade Miguel Ángel Aguilar. Se salvó, y lo vemos más que nunca estos días con la democracia. Y aquella noche, la de los transistores, también fue la de las malas combinaciones.