Murieron 60 personas

El aterrador viaje de Moussa: 22 días en un cayuco sin agua ni comida y apenas fuerzas para tirar los muertos por la borda

Moussa tiene 25 años. Emprendió un viaje a las Canarias persiguiendo un sueño que se tornó en pesadilla: al cuarto día se quedaron sin agua, comida y combustible. Cuando partieron eran 63, cuando llegaron solo quedaron tres.

La pesadilla de Moussa, subsahariano, duró 22 días desde que partiera desde Mauritania con destino Gran Canaria. Más de tres semanas en un cayuco sin rumbo, sin agua ni comida y sin nadie que les estuviese buscando. El viaje comenzó con 63 personas a bordo y terminó con solo tres supervivientes, él es uno de ellos.

"Cuando llegamos no había suficiente comida ni agua. Lo más difícil fue no tener agua, desde el cuarto día empezamos a beber el agua de mar", ha explicado. La situación se agravó aún más cuando ese mismo día comenzaron a fallar los motores, por lo que decidieron echar el ancla y esperar a que llegara el rescate.

"Cuando uno estaba malo yo les atendía, les quitaba la ropa...", ha continuado el joven. Sin embargo, nadie acudía en su ayuda y la espera se tornaba insoportable. Al octavo día decidieron levantar el ancla y dejarse llevar por la corriente.

Por aquel entonces llevaban días sin comer y bebiendo solo agua del mar. Así fue como murió la primera persona. Después, se sucedieron. "El momento más duro fue que dos de mis tres primos murieron solo con 11 horas de diferencia, murieron a la vez", ha narrado el joven.

Él mismo tuvo que tirarlos por la borda, y así hicieron con el resto que fueron cayendo. Los que no morían, ha explicado, enloquecían: veían visiones y se tiraban al mar. "Si fuera hoy no volvería", ha lamentado el joven, que desgraciadamente sabe que lo que vivió fue tan duro que, afirma, no lo olvidará jamás.

Los días seguían pasando, y a los pocos que sobrevivían les faltaban fuerzas para tirar los cadáveres por la borda, por lo que tenían que dormir junto a ellos. Sin embargo, llegó el día que un avión del ejército del aire les encontró por casualidad. Entonces ya solo quedaban tres personas vivas y junto a ellos había 17 compañeros muertos.

Moussa, que solo tiene 25 años, se subió a un cayuco persiguiendo un sueño y para hacer mejor la vida de su hijo, de tan solo un año, pero afirma que si pudiera volver atrás no lo haría: "Cuando llegué no estaba contento solo pensaba en llamar a su familia, la muerte era mejor que estar vivo".

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