TRAS UNA DENUNCIA ARCHIVADA DE ABUSOS SEXUALES
La historia de María: atrincherada en el Consulado de Uruguay para no entregar a su hija al padre
María y su hija de siete años llevan atrincheradas desde el viernes en el Consulado de Uruguay en Barcelona. La mujer debía entregar a su hija al padre, residente en Vielha, tras archivarse una denuncia por abusos a la menor contra él, pero el cónsul de su país le ha dado protección.
María es una madre uruguaya que lleva desde el pasado viernes atrincherada en el consulado de su país en Barcelona con su hija de siete años. Allí debería haber dejado a la menor para que la recogiera su padre tras una sentencia judicial que le daba la custodia. Es tan solo el último episodio de una larga batalla judicial que involucra a dos países: Uruguay y España.
La historia comenzó cuando la madre denunció en Uruguay a su expareja por maltrato machista y abusos sexuales a su hija tras haber roto la relación con éste: en 2016 madre e hija viajaron a Uruguay para visitar a la familia y en ese trayecto la menor, que tenía entonces tres años, realizó unos dibujos de contenido sexual. María denunció al padre ya en ese país y se quedó a vivir allí.
Paralelamente el padre, residente en Vielha, en el Vall d'Aran (Cataluña), la denunció por sustracción de menores por habérsela llevado a Uruguay. En ese momento se inició una larga batalla judicial y la historia se convirtió en un asunto de gran calado mediático en el país latinoamericano.
El litigo acabó resolviendo que la madre y la hija debían volver a España, lo que se materializó en el verano de 2018, cuando María se instaló en Castelldefels.
Tras archivarse en febrero de 2019 la denuncia de malos tratos y abusos sexuales a la menor, un juez falló que el padre tendría la guarda y custodia de la menor y acordó que María entregara a la pequeña en el Consulado de Uruguay en Barcelona este viernes, lugar donde la recogería el padre.
Ya el jueves el Ministerio de Exteriores del país latinoamericano respondió en un comunicado que el papel que se le otorgaba no era "conforme al Derecho Internacional", mencionando la inviolabilidad de los locales consulares.
Tras esa advertencia llegó el viernes, día que la orden especificaba que María debía dejar a la menor a las diez de la mañana en el Consulado custodiada por los Mossos. Ellas llegaron acompañadas de su hermana, según informa 'El Periódico', y una vez dentro recibieron la esperada noticia: el cónsul les informó de que no iba a cumplir el mandato judicial porque eso no estaba dentro de sus competencias.
Además, les dijo que podían quedarse en el consulado, lugar donde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no pueden actuar. Al otro lado les esperan los Mossos d'Esquadra, que tienen orden de la jueza de llevarse a la niña. El Consulado ha negado que se haya producido un conflicto diplomático y ahora la jueza ha aplazado la fecha de entrega al próximo miércoles.
La juez, en su resolución notificada este lunes a las partes, acuerda instar al cuerpo de Mossos d'Esquadra para que sean ellos, acompañados de equipo de psicólogos del cuerpo policial, los que entreguen a la menor a su padre en el momento en que la madre, u otra persona en su representación, abandone el Consulado con la menor.
La sentencia asegura que María tiene una personalidad paranoide
El TSJC acordó dejar la custodia en manos del padre siguiendo las recomendaciones de nueve profesionales independientes para el "mejor desarrollo emocional de la menor".
La sentencia señala que en el juicio los psicólogos describieron a la mujer como "alguien que interfiere en el vínculo con el padre, con una práctica nociva" para su hija. Y asegura que María tiene una personalidad paranoide y baja escala de sinceridad.
En cambio apuntan que el padre estaba angustiado por la situación y preparado para la práctica de la paternidad.
La Fundació Àmbit Prevenció se ha mostrado crítica con la decisión judicial y acusa al juez de basar su decisión en “el SAP (Síndrome de Alienación Parental), que según explican es ”un recurso no reconocido por ninguna asociación profesional ni científica”
Enfado de los afectados
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