Padece cáncer gástrico

"Confiaba en los médicos, dijeron que no era grave. Me lo creí": relato de un diagnóstico de cáncer retrasado por el COVID-19

Olatz estuvo año y medio con dolores hasta saber que tenía un cáncer gástrico, el coronavirus hizo que su diagnóstico se demorase aún más.

En breve
  • Ha querido contar su historia para concienciar: "No quiero que le pase lo mismo a otra chica de 26 años".

Olatz es una de las otras víctimas de la crisis del coronavirus. No ha padecido en primera persona este nuevo virus pero sí directamente las consecuencias del colapso asistencial que ha sufrido la sanidad en España durante la pandemia y el retraso generalizado del sistema a la hora de realizar pruebas médicas. También, el no poder estar acompañada en el hospital en uno de los momentos más difícil que ha tenido que atravesar: la quimioterapia.

A finales de abril la joven tenía que haber ido a hacerse una gastroscopia, pero le aplazaron la cita hasta el 9 de junio porque consiedaron que su caso "no era urgente". Fue entonces cuando, después de año y medio de sufrir dolores intensos puntuales, descubrieron que tenía cáncer gástrico con metástasis abdominal.

"Yo confiaba en los médicos y si me dicen durante un año y medio que no tengo nada grave, me lo creo", reconoce Olatz en conversación con laSexta.

Como el suyo son muchos los casos de personas que tenían cita para hacerse una prueba médica importante o que estaba en mitad de un tratamiento cuando los hospitales se vieron forzados a atender principalmente a pacientes COVID-19. "Me han llegado muchos mensajes de gente joven a los que les ha pasado lo mismo, pruebas o diagnósticos atrasados", cuenta Olatz.

No quiero que pase lo mismo que me ha pasado a mi a otra chica de 26 años"

Olatz Vázquez

Esos diagnósticos tuvieron que esperar entonces, pero como ella misma cuenta, "un diagnóstico precoz es la mejor cura" para la suya y muchas otras enfermedades. Y es por eso que la joven periodista y fotógrafa de 26 años se ha decidido a contar su historia a través de las redes sociales: "No quiero que pase lo mismo que me ha pasado a mi a otra chica de 26 años".

El retraso en el diagnóstico se vio agravado por la pandemia, pero no fue el único motivo. Durante más de un año acudiendo a Urgencias y especialistas que le confirmaban una y otra vez que no era grave, le llegaron a decir que podía ser celiaquía, gastritis, "flojera extrema" o una enfermedad pélvica inflamatoria. En febrero le dieron finalmente un volante ordinario y la cita para abril que fue aplazada por la pandemia.

La denuncia de Olatz va más allá, y asegura que los diagnósticos tardíos en gente joven son bastante comunes: "No puede pasar que por el hecho de ser joven y ser mujer no me tomaran en serio. Pensaron que podía ser dolores menstruales". Defiende que "se debería de hacer un cambio de raíz para la detención temprana para la gente joven".

Después de todos los "fallos derivados del factor joven", Olatz sentía "impotencia y rabia". Se decidió entonces a pedir una segunda opinión, puesto que en el Hospital de Cruces (Vizcaya) no le dieron un "futuro muy alentador" y había perdido parte de la confianza en los médicos.

Afortunadamente, la joven, que pronto empieza su tercera sesión de quimio, ha encontrado en el Hospital Universitari Vall d'Hebron (Barcelona) un futuro más esperanzador. Allí será tratada por una especialista que llegó a decirle que ciertos síntomas que padeció durante un año, como el tener la B12 baja, eran indicativos de su enfermedad.

Recibir una mala noticia y no poder recibir abrazos

Cuando Olatz supo que tenía cáncer estaba "muy perdida". En su primer día de quimioterapia en el hospital no pudo estar acompañada por su madre, ni tampoco por los voluntarios que generalmente te ayudan en la primera sesión.

"La maquina, la sala, todo me resultaba extraño, me sentí muy abandonada. A mi madre le dijeron que no se podía quedar, empezamos a llorar y no tenía su apoyo psicológico durante la sesión". Esa falta de acompañamiento ha sido para ella "lo más duro y el reflejo más claro del COVID-19" en su caso.

Tras varias semanas decidió contactar con la Asociación Española Contra el Cáncer, donde ha encontrado el apoyo que necesitaba. Le han proporcionado una psicóloga con la que hace videollamadas y le han ofrecido pelucas, turbantes o asesoría jurídica si le fuese necesaria.

Olatz también ha tenido que renunciar a la visita de sus amigos a quienes tuvo que decir que no podían ir a verla a casa cuando conocieron la mala noticia. "Una de las cosas mas duras es que no puedo dar brazos ni besos. Tengo una burbuja social super estricta y ellos también se cuidan porque saben que pueden hacerme mucho daño".

Por eso, tiene un mensaje a quienes siguen sin cumplir las normas básicas de seguridad frente al coronavirus: "Les pediría que no sean tan egoístas, es muy goloso quedar con tus amigos y hacer fiestas. Estamos en una situación muy excepcional y afecta a toda la ciudadanía, especialmente a las personas inmunodeprimidas"-

Un proyecto "terapéutico"

A través de Twitter, Olatz también cuenta su historia para quitarse el "estigma" que tenía sobre el cáncer, al no haberlo vivido nunca de cerca y "conocer solo lo malo que sale en las películas", y para tratar de que con su relato esto no le vuelva a ocurrir a otra persona.

También ha iniciado un bonito proyecto de fotografía: "Mi vida siempre me ha inspirado mucho. No quería dejar de hacer fotos y a nivel terapéutico me viene muy bien reflejar este cambio brusco", señala. Visibilizar el cáncer, le acompañará y le ayudará en todo el proceso. "Me hacen sentirme útil, invertir tiempo en algo me ayuda".

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