SE MANTIENEN LAS INCÓGNITAS SOBRE EL ROBO DEL CÓDICE CALIXTINO
El deán de la Catedral de Santiago asegura que Castiñeiras actuó por venganza contra él
El que fuera deán de la Catedral de Santiago, José María Díaz, no recuerda si le dio las llaves a Castiñeira, el ladrón confeso del Códice Calixtino. Se trata de una pieza importante en el rompecabezas, porque su enemistad con el electricista pudo ser la razón del robo. Por su parte, el antiguo administrador Manuel Iglesias asegura que fue él quien grabó al ladrón porque tenía sospechas.
Todo cambió cuando Jose María Díaz fue nombrado deán de la Catedral de Santiago. "Cuando le dije que no estaba en poder de atender a sus exigencias fue cuando ya adoptó una postura bastante agresiva", declaró José María Díaz, antiguo deán de la Catedral de Santiago.
Las exigencias de Castiñeiras al religioso, hasta entonces un amigo, fueron dos, según comenta Díaz. La primera fue un contrato fijo, ahora que ya se había recuperado del ictus; y la segunda, aún más ambiciosa, "pedía cuarenta millones de pesetas al cabildo por despido improcedente".
El deán le dio portazo, y según la acusación, ése fue el momento en que se fraguó la venganza. El tesoro de la Catedral fue encontrado en un garaje a la vuelta de su casa, después de que presuntamente se lo llevara debajo del abrigo, aunque las cámara le grabaron robando el dinero de las limonas.
En su casa se encontraron 1,7 millones de euros. El electricista de la Catedral negaba su confesión, diciendo que la había hecho bajo presión, porque el juez "se burlaba" de él, y que la explicación de tanto dinero en efectivo era su "gran capacidad de ahorro”.
Pero al culebrón de la Catedral de Santiago, se suma otro testigo clave, Manuel Iglesias, que fue el administrador de la Catedral cuando el Códice voló. Fue él quien instaló una cámara de seguridad, y quien puso dinero en la caja fuerte como señuelo para que picara el ladrón.
"Tenía la convicción de que había alguien que tenía una llave de la caja fuerte", asegura. Decidió no decir nada a la Policía para cazar él al ladrón. Tampoco al Cabildo para "no generar alarma".
Castiñeiras también le habría exigido a él un nuevo contrato. O eso, o un sicario podría llamar a su puerta, según asegura. "Llegó a amenzarle" diciéndole que "conocía todos" sus "hábitos de vida" y que había "pagado 300 euros a un marroquí" para que le "diese una paliza". "Me dijo que era el dinero mejor gastado de su vida", apuntó.
Tras el paso de los acusados por la Audiencia Provincial de A Coruña, el robo del Códice Calixtino ya parece, en su tercer día de juicio, una novela de intrigas y venganzas.