Abusos en la Iglesia
Escupen en la cara a Alejandro Palomas tras señalar la pederastia en la Iglesia: "Mentirosos hijos de p***"
El escritor, víctima de abusos sexuales en la Iglesia, denuncia acoso tras denunciar los abusos que sufrió cuando era un niño.
El escritor Alejandro Palomas ha denunciado una nueva agresión tras haberse convertido en cabeza visible de la lucha contra la pederastia en la Iglesia.
Esta vez los insultos no han llegado a través de las redes sociales, sino que ha sido una mujer la que le ha increpado en plena calle de Valencia. Llegó a escupirle en la cara al grito de "mentirosos hijos de puta".
"Anteayer me escupieron en la calle. Fue una señora. En Valencia. De camino a la estación. Se acercó, se bajó la mascarilla y me preguntó con una sonrisa si era Alejandro Palomas. Asentí. Entonces ella torció el gesto y me escupió a la cara: "Sois unos mentirosos hijos de puta", ha denunciado a través de Twitter.
No es el primer insulto de odio que sufre. En redes sociales ha llegado a recibir mensajes del tipo "¿te duele el culo sinvergüenza?". "Desde la cúpula del odio que me asedia desde hace días, me ha llegado, entre muchas, una frase que ha querido disparar a matar", comentó sobre el acoso que sufre.
El duro relato de Palomas: "Me penetró con el pene. Me dolió muchísimo"
Hace unas semanas, Palomas revelaba los abusos que sufrió por parte de un hermano de La Salle Premiá de Mar cuando tenía entre 8 y 9 años. El escritor habla de su violador como 'hermano L', aunque no revela si esa es la inicial real de su nombre. Le describe como "un tío muy popular", "era como el gran papá y yo era un niño muy vulnerable (...) Empezó la historia porque yo empecé a enfermar. Tenía mucha amigdalitis y enfermaba muy rápido. El proceso era llamar a casa, me llevaban a casa y el que me llevaba era él", señala.
Fue en esos viajes donde empezaron los abusos. "Él me estiraba en el asiento trasero del coche, estaba muy débil. Con la mano derecha me iba manoseando mientras conducía. Me bajaba los calzoncillos, me hurgaba y me metía mano. Intercalaba eso mientras se masturbaba (...) Temía ponerme enfermo porque temía estos viajes. Mis padres lo querían mucho", explica.
Y ahonda en un episodio concreto. "Hubo una vez que lo que hizo fue parar el coche. Paramos en una especie de riera, entró en la parte de atrás, me incorporó, me puso la cabeza en sus piernas y a partir de entonces me bajó los pantalones, los calzoncillos, intentó masturbarme. Al mismo tiempo que él se masturbaba. Ahí ocurrió algo y él terminó, eyaculó, entiendo y cuando pasó esto se enfadó muchísimo porque él tenía momentos de violencia, cambios de humor. De repente me echó a un lado y cuando bajó del coche me dijo una frase que se repitió mucho". "¿Ves lo que me haces hacer?", desvela Palomas que le decía a menudo.
Pero los abusos no se quedaron ahí. "El gran punto de inflexión físico fue la violación. La violación ocurrió en la casa de colonia. Verano, entre cuarto y quinto. Estaba jugando un partido de tenis. Alguien me tiró una piedra y me fue a dar en el ojo, me reventó el cristal de las gafas y tenía todos los cristales incrustados en el ojo. Me llevaron a la enfermería y el encargado era el 'hermano L'. Estuvieron durante mucho rato quitándome los cristales de los ojos. Me quitaron la ropa y me quedé solo en calzoncillos. Él decidió que tenía que quedarme ingresado 24 horas, en observación. Me tumbaron, me pusieron una sábana y ya. A la hora de dormir vino él y lo que hizo fue decirme que como tenía tanto miedo de que yo me hiciera daño, lo que hizo fue atarme las manos (...) Me puso de lado y se fue. A partir de ese momento llegó la noche más larga de mi vida de niño. Entré niño y salí superviviente", cuenta.
"Se tumbó. Las dos primeras veces se pegó a mi lado. Empezó a frotarse contra mí. Las dos primeras veces intentó introducirme el dedo en el ano. Yo me escurría. La tercera ocasión llegó con algo, una pomada o así y entonces me penetró con el pene. Me dolió muchísimo", explicó en conversación con laSexta.
Palomas finalmente se lo contó a sus padres que fueron al colegio al denunciarlo. Entonces el colegio les dijo que lo resolverían como una "cuestión interna" y "les pidieron discreción". Todo un infierno por el que más de 40 años después, el escritor no ha regresado a ese pueblo. El 'hermano L' sigue vivo.