¿POR QUÉ MURIÓ LA FAMILIA CAÑO?

La familia fallecida en Alcalá vivía como ocupa dentro de su propio hogar

El padre, un fontanero al que la crisis le dejó en el paro y sin casa, habría comprado la cena en un supermercado. Es lo que ha contado la hija de 13 años que ha sobrevivido a esa intoxicación que se llevó por delante a toda la familia. Hace un mes habían solicitado una ayuda a la Junta.

El banco les había embargado cuando estaban asfixiados económicamente, no pudieron seguir pagando cuotas de la hipoteca. La familia, coinciden todas las fuentes consultadas, subsistía a duras penas de su trabajo y también de la comida que le regalaban algunos establecimientos.

Alimentos que estaban a punto de caducar, como los botes de zumo con los que apareció un día en su bloque y que ofreció a sus vecinos, o la caja de tomates demasiados maduros para que alguien los comprase que recibió como un auténtico regalo.

A sus 61 años, la crisis le había empujado a esta situación después de años de bonanza en los que se recorría Andalucía entera en su furgoneta instalando la fontanería de los gabinetes clínicos de Dental Company. "Muy trabajador, respetuoso, un máquina colocando tubos", este antiguo caballero legionario era además “un hombre de buen corazón".

"Cuando cobraba, nos metía en el mejor restaurante y nos hartaba de gambas y de jamón", refiere Samuel, uno de sus ayudantes, que ayer se acercaba a la furgoneta de su antiguo compañero como queriendo presentir su presencia.

La hija mayor sufría una discapacidad psíquica. Según 'El correo de Andalucía' pidieron ayuda a Caritas hace dos años. Procedente de Logroño, donde llegó a tener una fábrica, la familia Caño se instaló hace poco más de una década en la modesta barriada de La Rabesa en un bajo que el año pasado tuvieron que abandonar durante unos meses cuando el banco se quedó con su vivienda por un impago relacionado con sus anteriores negocios.

Aunque no recibieron orden de desalojarla, los servicios sociales les buscaron una vivienda en "la jungla", como define un excompañero de trabajo, Samuel, a las viviendas de protección oficial del barrio. Pero ver su casa desde el balcón se hizo muy duro y, como conservaban las llaves, se metieron de "okupas en su propio hogar", explica Jesús, el vecino de al lado.

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