Para un futuro mejor
La Fundación Vicente Ferrer extiende su ayuda a Nepal para lograr que los niños vuelvan a la escuela y apoyar la salud mental
La ONG española ha internacionalizado la labor de cooperación que ha llevado a cabo durante 54 años en la India. En Nepal, busca apoyar a familias con niños con discapacidad, a padres con enfermedades mentales y a menores obligados a trabajar.
Tras asistir a más de tres millones de personas en la India durante medio siglo, la Fundación Vicente Ferrer extiende su ayuda a Nepal. Se va a centrar en los trabajadores del ladrillo, especialmente, los niños y niñas porque suponen el 16% del total, y se calcula que hay entre 20.000 y 30.000 menores en esta situación. El objetivo: que vuelvan a la escuela y apoyo a la salud mental.
Prashant tiene 12 años y vive en las remotas montañas del Annapurna, en Nepal, con su madre cuidando de su hermano con parálisis cerebral. El menor se ha visto obligado a madurar a marchas forzadas y expresa: "Quiero mucho a mi hermano, tiene discapacidad y temo que le pase algo". Gracias al trabajo de Fundación Vicente Ferrer con varias entidades locales, su familia es atendida y él puede asistir al colegio para conseguir su sueño. "Mi hermano tuvo un problema de corazón, desde entonces quiero ser cardiólogo", relata ilusionado.
Y es que desde hace tres años, la ONG española ha internacionalizado la labor de cooperación que ha llevado a cabo durante 54 años en la India, dando apoyo en Nepal a familias con niños con discapacidad, a padres con enfermedades mentales y a menores obligados a trabajar para ayudar económicamente en casa.
Luz María Sanz, la directora general de la Fundación Vicente Ferrer, señala que buscan "proporcionarles el acceso a la educación con distintas escuelas repartidas por diferentes sitios de Nepal y puedan asistir a las escuelas". También, añade, ayudan a que "puedan comer, acceder a la nutrición, a tener un uniforme, los libros...". En definitiva, "evitar que ellos tengan que ir a trabajar a las fábricas".
El padre de Rabina tiene una enfermedad mental y su madre es la única que trae dinero al hogar. Así que, con tan solo 15 años, debe cuidar de los animales y sacar tiempo para hacer los deberes. "Lo hago para cuidar de mi familia, no siento que llegue a ser nadie, no creo que sea nadie, y no lo quiero ser", lamenta Rabina. Precisamente, uno de los objetivos de la ONG es ayudarla a ella y su familia para hacerle cambiar de opinión.
Sanz asegura que el objetivo de la Fundación es "llegar a los lugares más remotos y más difíciles de llegar" y "a cuantas más personas, mejor". Sobre todo, quieren llegar a las "personas vulnerables que pueden estar en lugares en los que piensan que no van a tener una oportunidad, que esa oportunidad les llegue a tiempo". Eso es, porque la solidaridad no entiende de fronteras cuando de lo que se trata es de mantener la esperanza en un futuro mejor.
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