UN CABALLO LE PROPINÓ UNA PATADA EN LOS OJOS
Kit, el perro pastor vasco ciego que cuida un rebaño de 210 ovejas y cabras en Vizcaya
Un perro de cinco años de edad que se encuentra prácticamente ciego, cuida cada día un rebaño de unas 210 ovejas y cabras, y recientemente ha quedado quinto en el concurso vizcaíno de canes de pastoreo a pesar de su discapacidad.
Joserra García, su propietario, ha explicado que, pese a sus dificultades de visión, el animal se muestra siempre con "muchas ganas" de realizar su labor en el caserío. "Hay otros perros más apáticos, pero Kit siempre tiene ganas de trabajar y lo que él hace con las ovejas no lo harían ni tres o cuatro personas", señala Joserra García, quien destaca además que este animal es mejor que otros perros para controlar a su rebaño de unas 110 ovejas y un centenar de cabras, ya que no las muerde, sino que las empuja.
Un perro pastor vasco del tipo Gorbea, nació hace un lustro en el caserío que Joserra García tiene en el barrio de Sodupe, en Güeñes (Vizcaya). Hijo de campeones, con tan sólo dos años obtuvo el segundo puesto en el Campeonato de Perros Pastor de Euskadi, en la modalidad de canes jóvenes.
Kit era toda una promesa hasta que la fatalidad hizo que, poco después de ser premiado, un caballo le propinara una patada en los ojos, dejándole prácticamente ciego. "El perro parecía que estaba bien. Recibió tratamiento, pero empezó a hacer cosas raras, como dejarse corderos atrás. Y un especialista me dijo que se estaba quedando ciego. De vez en cuando, sufre ataques epilépticos y pierde más visión. De un ojo no ve nada y del otro muy poco", asegura su dueño.
Joserra García lamenta que los ataques cada vez van a más en los últimos meses, ya que al principio duraban poco más de un minuto y actualmente le afectan durante periodos de un cuarto de hora, y durante la noche al animal no consigue orientarse.
Pese a su discapacidad, el animal se ocupa cada día del rebaño en el caserío, siguiendo unas rutinas que aprendió cuando era tan solo un cachorro. "Él me ayuda a sacar las ovejas y a meterlas al corral. Está tumbado tan tranquilo mientras ordeño pero, en cuanto para la máquina de ordeñar, viene donde mí, salta, saca las ovejas, las mete a otro corral y trae a otras nuevas", cuenta.
"Aunque no vea, sabe que con un ruido ha acabado un proceso. Es muy raro que yo le tenga que decir nada. Él lo hace todo. Si le viera que no quiere hacerlo... Pero él está siempre pendiente, deseando trabajar", destaca Joserra.