En Madrid
La vivienda del futuro: así es el edificio colaborativo y sostenible en el que las casas se ceden
Con tan solo 20 euros, los vecinos pagan calefacción y electricidad. Se trata de una forma sostenible de vivir en la que los vecinos poseen la casa mientras la usen,


Ante la especulación inmobiliaria, ya hay quien busca nuevas soluciones. En Madrid ya existe la primera cooperativa en la que las casas no se venden ni se alquilan: se ceden.
Una forma alternativa de residir en una vivienda en la que, además, se ahorra en consumos energéticos. A esta forma se acogió Ainhoa Noaim, una mujer que decidió que quería una comunidad de vecinos diferente en la que vivir más juntos y desde una manera más sostenible y difícil de especular.
Fue así como nació 'Entrepatios', un proyecto de vivienda colaborativa en derecho de uso. Es un modelo intermedio entre la propiedad y el alquiler en el que un grupo de personas forman una cooperativa y pagan una entrada para formar parte de ella. Esta cooperativa adquiere el solar, construye y es propietaria del edificio.
Una vez se abandona la vivienda se devuelve la inversión, es decir, la casa es tuya mientras la uses pero no la puedes ni vender ni alquilar por lo que queda fuera del circuito especulativo.
Una idea que se basa en la creación de espacios comunes para ahorrar energía. Así, en 'Entrepatios' podemos encontrar una guardería, una sala de coworking y hasta una lavandería.
Precisamente para ahorrar energía, el edificio está construido según el estándar 'passive house'. Es decir, como explica Iñaki Alonso, vecino y arquitecto de 'Entrepatios', "es un edificio que no gasta apenas en energía y la poca que gasta es renovable".
Formas sostenibles que se notan en el bolsillo de los vecinos, con facturas de muy bajo importe. Según explica Iñaki Alonso, "son 20 euros para toda la calefacción, electricidad y todos los electrodomésticos".
A 150 kilómetros por hora
13 de años de prisión para el kamikaze que mató a una menor circulando en sentido contrario
Seis minutos de horror El kamikaze iba al volante de un coche, drogado y borracho, conduciendo a 150 kilómetros por hora en sentido contrario durante 12 kilómetros por una carretera de Barcelona. Impactó contra otro coche en el que iba Meritxell con su padre, su prima y una amiga. La joven de 17 años murió.