La venganza de las monjas
Las monjas clarisas de Burgos rechazan al papa Francisco por una polémica operación de compraventa de conventos
El rechazo de una misteriosa oferta de compra, reclamos por compensación y la amenaza de excomunión mantienen en vilo a la comunidad religiosa y a las autoridades eclesiásticas, mientras las monjas se mantienen en silencio.
La iglesia Católica se ve sacudida por una inesperada revuelta en la comunidad de las monjas clarisas de Burgos, quienes han anunciado su renuncia a la tutela eclesiástica para pasar bajo el liderazgo de Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Este cambio de lealtad ha desencadenado una serie de acusaciones y controversias, centradas en una millonaria operación inmobiliaria y la aparición de un enigmático benefactor.
Todo comenzó con la compra de un convento por parte de las monjas, valorado en 1,2 millones de euros, con un plan de pago en cómodos plazos semestrales. El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, explica que "es una venta entre un Monasterio de Orduña que es de las monja clarisas de Vitoria que quieren comprar las monjas clarisas de Belorado".
Sin embargo, los problemas surgieron cuando las monjas no cumplieron con los pagos acordados, alegando problemas para vender su anterior monasterio. El alcalde de Belorado (Burgos) cuenta que las monjas "no disponían de la licencia por parte del Papa para la compraventa".
El arzobispado de Burgos intentó mediar en la situación, pero las tensiones aumentaron cuando un misterioso benefactor se ofreció a comprar el monasterio en disputa y ceder su uso a las monjas, sin embargo, esta propuesta fue rechazada por el obispado.
Ante la falta de acuerdo, las monjas decidieron rescindir el contrato y exigieron una compensación de 1,6 millones de euros por los arreglos realizados en el convento. Además, anunciaron su salida de la Iglesia Católica, bajo el liderazgo de Pablo de Rojas.
El arzobispado de Burgos está trabajando para revertir la situación y evitar un cisma completo, que podría llevar a la excomunión de las monjas. Sin embargo, aún no han logrado comunicarse con la abadesa para resolver la situación.
Mientras tanto, las monjas mantienen el silencio, con su monasterio cerrado al público, mientras que el alcalde de Belorado espera mantener una buena relación con ellas, independientemente de su decisión religiosa.