Enfermera durante de la Guerra Civil

Rosa Chacel, la novelista del siglo XX que se inspiró en el exilio

Grecia, Brasil, Argentina y Nueva York fueron su casa durante unos años. Prueba de ello son las novelas que le inspiraron entonces. Una de ellas 'La sinrazón' (1960).

Tiene una calle en Logroño a su nombre, que se inauguró en 2020, y un colegio en Toledo. También un premio literario, la Mención Rosa Chacel. Ella ganó varios durante su trayectoria. Como el Premio de la Crítica, en 1976. El Premio Nacional de las Letras, once años después.

El Premio Castilla y León de las Letras en los 90 y en el 93 la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. Chacel fue para sus compañeros de profesión la mejor novelista del XX. Aunque no siempre se dedicó al arte de las palabras. Lo cierto es que, de joven, estudió Dibujo y Escultura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Ya de joven llamo la atención de los intelectuales de su época, cuando pronunció su primer discurso en el Ateneo de Madrid con 21 años. Fue en esa época cuando Ortega y Gasset le ofreció escribir en la Revista de Occidente. A ella, sin embargo, le atrajo Europa, donde viajó y dio forma a su prima novela 'Estación. Ida y vuelta (1930)'.

Al aterrizar en España se puso manos a la obra con la biografía de Teresa Mancha, amante de Espronceda. Aunque no se publicó hasta 1941. Durante estos años se lanzó a la poesía, con 'A la orilla de un pozo'. Pero también se involucró en la situación de su país, como fiel defensora de la República y enfermera durante la Guerra Civil.

En los siguientes años vivió en Grecia, Brasil, Argentina y Nueva York. En las primeras por el exilio y en la última por una beca. Una ayuda que le permitió escribir Saturnal, ensayo que no vio la luz hasta 1970. De Buenos Aires salió uno de sus mejores libros, La sinrazón (1960).

La próxima obra cumbre la escribió doce años más tarde. Fue Barrio de Maravillas el que ganó el Premio de la Crítica. En 1977 aterrizó en España, donde recibió todo tipo de honores y reconocimientos y conoció a Ana María Moix. La correspondencia de ambas dio lugar a De mar a mar (1998), obra que no vio publicada. Cuatro años antes, murió en Madrid.

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