LOS NERVIOS "ESTÁN A FLOR DE PIEL"

Situación de alta tensión en el Open Arms: están dispuestos a entrar en puerto sin permiso en caso de emergencia

Malta no acepta el desembarco de todos los 160 migrantes rescatados por el Open Arms e Italia sigue esperando a que sea España la que responda.

Noveno día a bordo del Open Arms, y la situación es insostenible. En las últimas horas, han tenido que rescatar a 39 migrantes más, y ya son 160 a bordo. "Los nervios están a flor de piel, se puede discutir por un metro cuadrado de sombra. En el Open Arms, en estos momentos, hay mucha tensión", ha relatado Óscar Camps, fundador de la ONG.

Tal es la tensión que reconocen que podrían tener que dirigirse de emergencia a puerto italiano. "Nosotros no estamos desobedeciendo. Son Italia y Malta quienes desobedecen su responsabilidad", ha denunciado Camps. Matteo Salvini amenazó con multarles hasta con un millón de euros si entran sin permiso en puerto italiano.

"Cuando estás efectuando el rescate, cuando tienes el agua en el cuello, cuando ves que se te escapan las personas de las manos, cuando no los puedes subir a todos... en lo que menos piensas es en la posibilidad de una multa, o incluso la cárcel", ha asegurado el fundador de Open Arms. El ministro de Interior italiano ha rechazado acogerles y apunta a España con polémicas declaraciones.

"En ocho días, este barco va y vuelve de Ibiza y Formentera hasta tres veces. ¿Por qué estos pobres inmigrantes no pueden ser llevados a Ibiza y Formentera? Al menos así aprovechan y se divierten", ha declarado Salvini. La vicepresidenta del Gobierno en funciones insiste en que son Malta e Italia los puertos seguros más cercanos.

"(Rescatamos) cada día, en el espacio que nos corresponde, cumpliendo todas las normas. Esto es lo que pedimos también a todos los demás", ha asegurado Carmen Calvo. Malta sólo acepta a las últimas 39 personas, y la ONG rechaza que solo los últimos rescatados sean desembarcados allí. De los 160 migrantes a bordo, 36 son menores y 89 personas han solicitado refugio y asilo. Muchos dejaron atrás torturas y violaciones y ahora se enfrentan, a la deriva, a la incertidumbre de una Europa que no termina de acogerles.

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