Día internacional

La solución 'española' a la mutilación genital femenina: "Estas mujeres recuperan la autoestima y el placer sexual"

La Fundación Dexeus ha reconstruido el clítoris a 120 mujeres migrantes desde 2007. Hablamos con el cirujano pionero en España, Pere Barri Soldevila.

En breve

En España viven cerca de 70.000 mujeres procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina, según cifras de la Fundación Wassu-UAB. La mayoría vienen de Senegal, Mali y Gambia. Conocer cuántas de todas ellas han sufrido esta peligrosa tradición es imposible, porque habitualmente se hace en el ámbito privado. Sin embargo, las que lo sufren quedan marcadas física y psicológicamente para el resto de sus vidas.

La única forma de borrar esta experiencia traumática es someterse a una intervención quirúrgica, pero en España son muy pocos los centros que lo hacen. Entre ellos destaca la Fundación Dexeus, pionera en operaciones de reconstrucción de clítoris y que ha tratado a más de cien mujeres migrantes desde 2007.

Pere Barri, el cirujano que lo hace posible

El impulsor del Programa de Reconstrucción genital post ablación es el doctor Pere Barri Soldevila, que fue el primero en hacer esta operación en España hace 14 años. “La idea surgió porque yo suelo viajar a África todos los años a operar y allí me di cuenta del problema de la mutilación genital femenina y de lo que sufren estas mujeres”, explica a laSexta.com. “Así que, apoyados por la Fundación, nos vino a la cabeza el tema de la reconstrucción de clítoris en mujeres de nuestro entorno, del entorno occidental”, afirma Barri.

El perfil medio de las pacientes, por tanto, es el de una joven de origen africano, de unos 28 años, que sufrió una ablación en su país de origen y que vive en España desde su infancia o adolescencia. “Muchas tienen entre 20 y 30 años y están totalmente adaptadas a los valores europeos. Entonces se rebelan contra la mutilación. Se han dado cuenta de que es una imposición social, de que lo normal es no ser mutilada”, cuenta el doctor.

Sin embargo, y precisamente por eso, son las más afectadas psicológicamente. “Desde el punto de vista emocional, las que más lo sufren están en Europa, porque se sienten diferentes. Por eso nuestro programa, a diferencia de otros, también ofrece ayuda psicológica a estas mujeres, tanto antes como después de la operación”, comenta Barri.

Hasta el momento han atendido a unas 160 jóvenes y han practicado la reconstrucción a unas 120, todo de forma gratuita. “La lista de espera es grande, pero tenemos capacidad para ir absorbiéndola. Aunque ahora, con la pandemia, hemos tenido que parar…”, reconoce el doctor.

El 65% de las mujeres operadas viven en Cataluña, según la web de la Fundación Dexeus. Esto se debe a que es la comunidad donde se concentra el mayor número de víctimas de la mutilación y a que su sede está en Barcelona. Pero las operaciones se realizan en toda España e incluso en los últimos años “hemos abierto el contacto a otros países de Europa”, asegura Barri.

La intervención dura unos 45 minutos y consiste en “buscar lo que queda del clítoris, quitando todo el tejido de la cicatriz”, detalla el doctor. De este modo, se preserva la enervación y la capacidad sensitiva en la zona, algo que se consigue en más del 75% de las pacientes operadas. Según Barri, “estas mujeres pueden recuperar su vida sexual a partir de los dos meses. Es ahí cuando empiezan a descubrir las experiencias sexuales, porque el clítoris pasa a tener sensibilidad”.

Además, la reconstrucción supone un gran paso para que estas mujeres se sientan mejor con su propio cuerpo. “Lo que piden es que cuando vayan a tener sexo con alguien, no tengan que andar dando explicaciones. Y eso es posible con esta operación, porque estéticamente la mutilación pasa desapercibida por completo”, confiesa Barri.

La Fundación Dexeus ha sido la primera en hacer estas intervenciones y, hasta hace no muchos años, también la única. “No buscamos el mérito de ser exclusivos, al revés. Ahora se está empezando a hacer en otros centros y se podría hacer en más, porque la operación en sí no es cara y técnicamente no es difícil”, reclama el doctor. Su labor, por tanto, va mucho más allá del quirófano: son un ejemplo para otras instituciones, dan visibilidad a un problema escondido y ayudan a muchas mujeres a volver a sentir que son eso, mujeres.

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