ALERTA SANITARIA
La tóxina botulínica: qué es y qué efectos puede provocar su ingesta
Se trata de una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum. Pero, ¿qué síntomas presenta su ingesta? En este artículo te explicamos todo lo que debes saber.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) ha activado una alerta sanitaria por un brote de intoxicación alimentaria provocado por toxina botulínica.
Esta toxina se ha detectado en el atún en conserva en aceite de girasol de la marca DIA. El brote se originó tras enfermar cuatro personas, de las que tres ya han sido dadas de alta, que ingirieron una ensaladilla rusa casera elaborada con el citado atún.
Pero, ¿qué es la toxina botulínica? Se trata de una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum.
Además,la OMS advierte de que los alimentos enlatados, conservados o fermentados de preparación doméstica son una fuente frecuente de botulismo de transmisión alimentaria, y su preparación requiere precauciones especiales.
Según la Clínica Universitaria de Navarra, la ingestión de alimentos contaminados por toxina botulínica preformada produce botulismo, una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de alteraciones vegetativas (sequedad de boca, náuseas y vómitos) y parálisis muscular progresiva.
Pero, ¿cuáles son los síntomas del botulismo?
El botulismo de transmisión alimentaria se caracteriza por una parálisis flácida descendente que puede producir insuficiencia respiratoria.
Los síntomas iniciales incluyen fatiga intensa, debilidad y vértigo, seguidos generalmente por visión borrosa, sequedad de boca y dificultad para tragar y hablar. También pueden concurrir vómitos, diarrea, constipación e inflamación abdominal.
La enfermedad puede dar lugar a debilidad en el cuello y los brazos, y afectar posteriormente los músculos respiratorios y los músculos de la parte inferior del cuerpo.
No se presentan síntomas febriles o pérdida de consciencia.
Los síntomas no son provocados por la bacteria, sino por la toxina que ella produce. Por lo general se manifiestan entre 12 y 36 horas después de la ingesta (con un plazo mínimo de cuatro horas y un máximo de ocho días).
La incidencia del botulismo es baja, pero la tasa de mortalidad es alta si no se realiza un diagnóstico precoz y se dispensa sin dilación el tratamiento adecuado (pronta administración de antitoxina y atención respiratoria intensiva). Según detalla la OMS, la enfermedad puede ser mortal en el 5 a 10% de los casos.
No obstante, el uso de esta toxina se ha extendido no sólo en el ámbito médico, sino también en otras áreas como en la estética. Así, y según señalan desde la Clínica Universidad de Navarra, la neurología es una de las especialidades médicas en la que la toxina botulínica aporta mayores beneficios terapéuticos.
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