Novedades sobre la red de prostitución
Una vivienda prostíbulo: los lugares del horror en los que la red de proxenetas explotaban a las menores en Murcia
Uno de los escenarios del horror de la red de prostitución era el domicilio de la proxeneta Ruth Karina. Ese dúplex en el que vivía con su marido y su hijo, y situado junto a un colegio, funcionaba como prostíbulo clandestino.
A la espera del trámite de ejecución de condena por el que puede que alguno de los 13 implicados ingrese finalmente en prisión, laSexta ha tenido acceso a los escenarios del horror en los que explotaron sexualmente a las niñas de la red de prostitución de menores que operaba en Murcia.
Uno de ellos era el domicilio de Ruth Karina, una de las tres proxenetas que lideraban la organización. En ese dúplex vivía ella con su marido, también imputado y con su hijo, pero además, este inmueble situado junto a un colegio funcionaba como prostíbulo clandestino.
En el registro de la vivienda, los investigadores encontraron en la primera planta una camilla de masajes. También encontraron una cama en el pasillo y otras dos habitaciones con camas. De hecho en esta vivienda de Ruth Karina es dónde la Policía localizó a la menor en paradero desconocido, precisamente por la que se descubre esta red.
No solo en las viviendas de las proxenetas, las agresiones a las menores también se llevaban a cabo en hostales y pensiones de confianza. Algunos de esos locales fuera de la capital o en pueblos cercanos. Incluso en uno de estos hostales Yessenia, otra de las proxenetas, intentó alquilar las 11 habitaciones de una planta para utilizarlo como su prostíbulo.
Todos esos lugares y un 'book' de fotos de las 12 menores que las proxenetas ofrecían nos dan una idea del volumen de negocio que habían montado. Tres mujeres que utilizaban el WhatsApp para contactar con los clientes y ofrecerles ese "catálogo" terrible. Y esta fue de hecho la complejidad a la que se enfrentaron los investigadores: que todo ocurría en un entorno digital.
Por eso los testimonios de las menores fueron clave para reconstruir todo el entramado que movía esta red de explotación y poder llegar a los ocho clientes que demandaban sus servicios.
Los 13 implicados están condenados a penas menores de dos años porque el juicio ha tardado 10 años en celebrarse y porque todos han reconocido los hechos. Pero ahora mismo están a la espera de que la semana que viene se celebre ese trámite de rebaja de condena.
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